domingo, 6 de junio de 2010

MI VOZ SIGUE AQUI




MI VOZ SIGUE AQUI

Mi cuerpo flotaba entre mares de colores, la luz se hacía cada vez más brillante; como el sol, pero sin quemar la piel. Danzaba entre nubes de seda y arco iris luminosos, mi alma había encontrado la libertad que siempre anheló. Entonces recordé que aún no era tiempo para irme, no podía dejar este lugar; aún tenía algo muy importante que hacer. Necesitaba verte otra vez.

No sé cómo llegué a este lugar, apenas recuerdo los segundos antes de despertar aquí. Sólo sentí dolor por un instante, luego ya no sentí nada más, seguí corriendo entre las calles hasta llegar al lugar donde nos encontraríamos esa noche, pero no me viste, no me escuchaste. Tu mirada estaba fija en el horizonte y observabas tu reloj con gran preocupación. Quería gritar tu nombre pero los sonidos no salían de mi boca, quería tomar tu mano una vez más, pero me desvanecí en el aire frío de esa noche.

Ahora estoy atrapada entre recuerdos y visiones, sin saber donde dirigir mis pasos, donde comenzar este viaje. Pero no descansaré hasta que se descubra quien fue, quien es el culpable de no estar más a tu lado, de no poder tocar tu piel, de no besar tus labios, de no acariciar tu pelo; debo saber quien me apartó de ti.

Me alejo de la luz, camino hacia una niebla espesa que se vuelve cada vez más oscura, poco a poco, aparecen frente a mi las siluetas de las calles que siempre recorrí. Es de noche, la luna está oculta tras nubes pasajeras, avanzo hasta llegar a tu casa y me paro frente a ella observando la luz de tu habitación. En otro tiempo hubiera pensado que era imposible, pero ahora que lo vivo, sé que puedo atravesar las murallas y mirarte a la distancia sin que sepas que estoy aquí.

Te veo llorar mientras sostienes firmemente una foto nuestra, eso me da las fuerzas para continuar esta búsqueda hasta el final. Salgo de tu casa y me dirijo hacia la oficina donde trabajaba; tú querías pasarme a buscar allí esa noche, pero yo te pedí que me esperaras en otro lugar. Recuerdo que caminé desde la puerta del edificio hasta la esquina para cruzar, esperé la luz verde y subí por la avenida hasta la calle que lleva al parque. Siempre hacía ese recorrido, pero esa noche me detuve a pensar si sería prudente cruzar por allí ya que una niebla espesa comenzaba a bajar.

Son esos segundos donde algo en tu interior te advierte el peligro, a veces le hacemos caso; otras veces, como ese día, simplemente seguí mi camino. Entré al parque como tantas veces y seguí el sendero oriente, hasta que escuché un extraño ruido tras de mí.

Al girar vi su cara, estaba oscuro pero creo haber visto detalles que nunca olvidaré. Su mano enguantada golpeó mi cara lanzándome al suelo, intenté levantarme pero él ya estaba sujetando mis piernas; logré zafarme golpeando su cara con el taco de mi zapato. Me levanté y corrí desesperadamente, mis gritos fueron ahogados por la espesura del bosque. No sé cuanto logré avanzar hasta sentir que mis fuerzas se iban y que él me sujetaba por la cintura, me levantó en el aire unos segundos y me arrojó con fuerza a un costado del camino. Sentí el golpe en mi cabeza, un agudo dolor me invadió y cerré mis ojos.

No sé que habrá pasado después, sólo recuerdo que segundos más tarde iba corriendo hasta llegar al lugar de nuestro encuentro. Creo que en ese momento ya no estaba en mi cuerpo. Pero al hacer este recorrido nuevamente, hay detalles que no puedo olvidar, sus ojos los he visto en otro momento, su cara me parece tan familiar y el olor de su perfume, es una fragancia que he sentido muchas veces.

Volví nuevamente a tu casa esa mañana; creo haber llegado en el momento preciso, ya que un oficial de policía estaba entrando por tu puerta. Me apresuré para no perderme detalles de lo que venían a decirte y entré en el preciso momento para escuchar:

- Aún no la encontramos, recorrimos todo el parque, encontramos su bufanda y rastros de sangre pero ninguna pista de ella. Continuaremos la búsqueda pero las horas avanzan y no tenemos muchas esperanzas.

La noticia es tan desconcertante, nadie sabe nada, nadie hace nada, debo encontrar la manera de ayudarlos. Volveré a mi lugar de trabajo, quizás allí pueda ver algo que me ayude a recordar. El ambiente es desolador, las caras de todos evidencian la pena de lo sucedido. Algunos hablan entre susurros, las personas más cercanas a mí lloran, me dan ganas de abrazarlos, de abrazar a mi amiga y decirle que estoy bien, que no siento dolor. Recorro todas la oficinas y de lejos veo a un hombre con un parche en su cara, ese pálpito extraño se hace presente, esa certeza de que algo no está bien.

Me apresuro en llegar hasta él pero ya se ha ido, salió de la oficina y se dirigió a las escaleras, me aventuro a seguirlo, debo saber si es él. No puedo estar tan equivocada, esta sensación es cada vez más fuerte. Sus pasos son ligeros como el viento, baja muy rápido las escaleras hasta salir a la calle. Pero ya estoy a metros de él y esta impotencia de no poder verlo me hace gritarle:

- ¡Detente!

Él paró y se giró; son sus ojos, es su cara inconfundible y ese parche debe ser por el golpe que le di, estoy segura de eso. Él prosigue su camino al constatar que nadie le hablaba. Estoy tan sorprendida que no se qué hacer. ¿En verdad me habrá escuchado o será sólo una coincidencia? ¿Habrá sentido mi energía y mi rabia pasar junto a él?

No puedo creer que él sea el culpable de todo esto. Él había llegado a nuestra ciudad después de perder a su mujer en un accidente, o al menos eso es lo que él me contaba. Vivíamos a tres casas de distancia y varias veces me lo encontré al volver de mis salidas a correr por el parque; hasta que un día al saludarlo nos quedamos conversando. Era muy tímido y me contó cuanto le había costado adaptarse y a encontrar un nuevo trabajo.

Coincidentemente en el edificio donde yo trabajaba necesitaban una persona, así que le conseguí una entrevista. Desde el día que quedó trabajando allí, siempre me llevaba en su auto por las mañanas. No conversaba mucho, pero siempre fue muy amable, incluso en días de lluvia cuando mi novio no podía pasar a buscarme, él esperaba unos minutos más para traerme de vuelta a casa.

Vuelvo a tu casa otra vez, necesito verte, necesito estar junto a ti. Te miro incansablemente, sentado junto a la chimenea, con la mirada perdida entre las llamas. Poco a poco el cansancio te vence y te duermes en el sillón de la sala. Me acerco a ti y comienzo a susurrar a tu oído:

- Búscame, encuéntrame, sé que puedes lograrlo, yo te ayudaré a saber donde está mi cuerpo, donde lo ocultó para que nadie encuentre.

Aún es de noche y voy a la casa de mi vecino, aún hay luz en el interior, recorro todas la habitaciones sin encontrarlo; al fin descubro donde se oculta, está en el sótano. Sentado frente a una mesa, sostiene sobre sus manos un cuaderno, parece un álbum con fotos y recuerdos. Me acerco más para ver de qué se trata, para mi sorpresa contiene fotos mías y un mechón de mi pelo adherido con cinta a una de las hojas. En la medida que pasa las hojas me voy dando cuenta que no soy sólo yo. Hay muchas fotos de otras mujeres, con prendas de cada una de ellas. Guantes, pañuelos, cabellos y otras cosas personales.

No lo puedo creer, este tipo es un asesino y guarda recuerdos de sus víctimas, no fui la primera y seguramente no seré la última. Una ira incontenible hace presa de mí, sólo quiero golpearlo, empujarlo a la calle y que todos vean la clase de monstruo que tienen cerca. Tan fuerte es la energía que descargo que la luz comienza a parpadear. Él se levanta de su asiento asustado, se mueve de un lado a otro y sujeta el cuaderno contra su pecho. La luz sigue parpadeando y decide salir de ahí, no sin antes ocultar su macabro tesoro. Mueve unas tablas en el piso y coloca el cuaderno allí, luego deja caer una alfombra sobre el escondite y finalmente mueve la silla sobre la alfombra.

Vas a tu cama para dormir tranquilamente pero no te dejaré en paz esta noche. En cuanto apagas la luz y cierras los ojos, comienzo a susurrar a tu oído lo que hiciste conmigo ese día, las imágenes de mi rostro se hacen presente en tus recuerdos y la sangre en tus manos clama por venganza. Poco a poco comienzas a sudar helado, tu cuerpo se retuerce mientras las voces de muchas almas gritan en tus sueños. Das vueltas mientras continúo hablando a tu oído, mientras te atormento hasta hacerte gritar lleno de terror y desesperación.

En mí se produce algo inexplicable, es un grito interior que buscaba salir y no encontraba escape; esa energía contenida me transporta a un lugar lejano. Dejo tu habitación al verte despertar aterrado por tus pesadillas. La luz me inunda, los colores resplandecen y un aroma suave y delicado llena el ambiente. Este lugar me da paz, esa tranquilidad que perdí estando cerca de ese demente asesino, necesito volver, debo contactarme contigo, necesito decirte lo que sé.

Ya casi es de día, me acerco a tu cama antes que despiertes y susurro todo lo que he descubierto a tu oído, sé que soñarás conmigo, sé que podrás entender todo lo que te he contado. El sol ya comienza a iluminarlo todo y aún hay cosas que debo averiguar. Pero antes que salga de tu habitación tu boca pronuncia mi nombre, te veo moverte agitado, tus manos sostienen con fuerza las cubiertas de tu cama y de un sobresalto despiertas gritando mi nombre.

Sé que has visto lo que pasó, sé que pudiste verlo; cuéntalo, has que lo atrapen por favor. Te veo vestirte apresuradamente, tomas tus llaves y sales de la casa. Conduces muy velozmente por las calles hasta llegar a la estación de policía. Tus pasos apresurados te llevan a la oficina del oficial a cargo de este caso.

Tomas un poco de aire antes de contarle lo que has visto, la verdad si yo estuviera en su lugar tampoco creería lo que estás diciendo:

- Me tiene que ayudar, la he visto, he visto quien asesinó a mi novia. Ella venía por el bosque hasta que alguien la atacó desde atrás, el hombre la golpeó y ella escapó por un momento, pero él logró atraparla nuevamente...

Con tantos detalles contabas lo que habías soñado que pensaron que tú eras el asesino y que tenías un arranque de demencia; mientras te sujetaban para apresarte gritaste su nombre.

- ¡Él es su vecino... por favor atrápenlo!... ¡Investíguenlo!... ¡No se quede aquí! ¡Yo no tengo nada que ver!... ¡Yo no la maté! ¡Sólo le cuento lo que vi!...

Tus lágrimas me rompen el corazón, no puedo verte así, mirando como te colocan en una celda sólo por mi culpa. Sin embargo a pesar que te aprisionaron, una cuota de duda quedó en ellos. Tomaron sus cosas y se dirigieron a su casa. Todo el camino viajé a su lado, debo ser testigo de lo que sucederá. Hemos llegado, mientras ellos golpean la puerta yo entro para ver donde está mi vecino. Se esconde en el sótano, en silencio espera mientras la policía rodea el lugar. Ellos no pueden entrar sin una orden, sólo pueden llamar a la puerta esperando que él les abra.

Los minutos pasan sin que él se mueva, hasta que al fin la impaciencia lo invadió, camina de un lado a otro intentando no hacer ruidos. Yo sé que me has escuchado en otras oportunidades; mis susurros comienzan a causar efecto en ti. Comienzas a sudar helado, sabes que estás atrapado, sabes que no tienes escapatoria, intento colocar recuerdos en tu mente, mi cara se aparece en todos lados mientras sigues caminando de lado a lado, traigo tus pesadillas a tu recuerdo y al fin consigo que reacciones y grites:

- ¡Déjame en paz!... -mientras lanzas un vaso contra la muralla.

Sin duda eso lo escucharon, en cosa de segundos la policía entraba en la casa, mientras mi voz seguía atormentándote, sin darte cuenta has sacado el cuaderno de su escondite te abrazas a él como si fuera tu tesoro más preciado. Al fin te encuentran no hay nada que hacer, has sido descubierto, ahora diles donde estoy, diles donde has puesto mi cuerpo.

Los policías te esposan mientras sacan de tus manos la evidencia de tus atrocidades, desde el interior del cuaderno cae una llave, que hace eco en la habitación. Los policías se miran preguntándose a que pertenecerá; buscan incansablemente hasta encontrar en un rincón de la habitación una caja fuerte de enormes proporciones. Las cadenas que envuelven la pesada caja están sujetas por un candado viejo y oxidado; la llave calza perfecto con la cerradura y al quitar las cadenas una bolsa negra y mal oliente cae desde el interior. El olor se esparció por toda la habitación, todos salieron rápidamente sabiendo que ese putrefacto hedor sólo significaba un cuerpo en descomposición.

La verdad no me lo hubiera imaginado, no sólo era capaz de matar, sino también de descuartizar un cuerpo en pedazos con tal de salir impune de sus actos. No puedo resistir permanecer aquí, la amargura invade mi ser, el dolor de cada una de ellas se apodera de mí y me dejo llevar por estas corrientes luminosas, que me transportan a ese lugar de paz y tranquilidad. Sé que ya está todo resuelto, que no volveré a verte hasta el día en que deba partir a esa luz que me espera.

Pero necesito verte una vez más y vuelvo a ti el día de mi funeral, la tarde está oscura, algunas gotas de lluvia han caído durante la mañana. La hierba húmeda deja sentir una helada brisa, mientras las caras tristes llenan esta reunión que lleva mi nombre. Veo tus ojos llorosos despedirse de mi fotografía y tus palabras apenas salen de tu boca. No quisiera partir y dejarte solo aquí, pero es la realidad que nos tocó vivir. Muchos dirán que estuve en esta vida sólo un momento y luego me fui, pero yo les digo que aunque mi cuerpo no permanezca, mi voz sigue aquí; en cada recuerdo, en cada palabra, en cada nuevo amanecer. Seré la luz que acompaña tus sueños, seré el latido que acompaña tu caminar.



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..°¤¤°.¸¸.¤´¯`» Freddy
D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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