martes, 8 de septiembre de 2009

VOLVIENDO A CASA



VOLVIENDO A CASA
Secuela de la historia "Los Extraños"
Los días habían pasado lentos y lánguidos, yo ya había perdido la noción del tiempo encerrado en ese lugar. Cada día era como un infierno sin fin; mi alma deambulaba por los rincones de esa casa olvidada, sin poder encontrar una salida. No era un fantasma, ya que no podía atravesar los muros; pero tampoco tenía un cuerpo materializado; sólo era una sombra sin rumbo. Desde el día aquel en que ese pequeño ladrón de mi cuerpo, se fue con mi familia usurpando mi lugar y dejándome encerrado en esa casa, pensé que estaría para siempre allí sin volver a ver la cara de alguien. Pensé que mi vida sería un simple recuerdo perdido en la inmensidad de ese vacío.

Estaba absolutamente perdido en mi delirio, abstraído del mundo y de la vida, cuando esa familia llegó de visita a la casa. Al principio no los reconocí, pensé que eran otros viajeros que arrendaban esa casa escapando de sus rutinarias vidas. Pero luego me di cuenta que se trataba de los dueños, los mismos que nos arrendaron el lugar en vacaciones. ¿Por qué tardaron tanto en ir? ¿Podrían ayudarme a escapar de esa maldición?

Lo primero que hicieron fue abrir las ventanas y las puertas para ventilar la casa. En ese momento pensé que mi oportunidad para escapar había llegado y me apresuré a salir por la puerta. Pero mi figura incorpórea sólo llegó hasta la reja de entrada, que permanecía cerrada, yo no tenía la facultad de atravesarla ni de pasar por sobre ella.

El primer día la pasaron limpiando, ordenando y moviendo los muebles de un lado para otro, mientras yo lo único que esperaba era que en algún momento abrieran la reja para escapar. Por largos días todo había estado en absoluto silencio y ahora tanto alboroto me impacientaba.

No sabía como superar esa situación ¿Cómo sortearía esa nueva barrera? Esperé todo el día frente a ellos por si en algún momento salían fuera de los límites de la casa, pero sin obtener resultados. Intenté hablarles pero evidentemente no me podían escuchar. Lo único que quería era volver a casa.

La tarde ya se iba y volvieron a cerrar las puertas y ventanas. La mujer preparó la cena mientras el hombre se sentó frente al televisor. La noche llegó pronto y después de cenar la pareja se fue a dormir. Un nuevo día se había ido y no tuve la oportunidad de intentar escapar. Sólo deseaba que la noche se fuera lo más rápido y que el nuevo día trajera una nueva oportunidad para mí.

Las horas pasaban lentamente mientras mi alma deambulaba por los rincones oscuros, mis pensamientos estaban lejos, sumergidos en los recuerdos de mi familia. La interminable oscuridad dio paso a un nuevo amanecer y mi impaciencia crecía más y más.

Al fin la pareja despertó, se levantaron y desayunaron. Después de un rato volvieron a realizar labores al interior de la casa. Lamentablemente para mí habían traído todo lo necesario para no tener que traspasar los lindes de la propiedad. Sin embargo yo no perdía la esperanza, en algún momento se produciría el milagro y debía estar atento para huir de regreso con mi familia.

Yo daba vueltas por todos los rincones como un loco, no podía comprender cómo podían estar tan cerca de la playa, con unos lindos paisajes en los alrededores y no salir ni una vez a dar un paseo. Sin duda que para ellos era más importante arreglar todo antes que las primeras lluvias llegaran.

El hombre estuvo revisando el techo, mientras su esposa hacía algunos arreglos en el jardín y después del mediodía se dedicó a preparar el almuerzo. Yo permanecía alerta a sus movimientos, pero las horas pasaban y nada cambiaba mi suerte.

Cuando el día ya se iba y el sol comenzaba a bajar sobre el horizonte, la mujer se sentó en el sillón de la sala a leer, mientras su esposo realizaba algunos arreglos en una de las habitaciones del segundo piso.

De improviso se levantó con la urgencia de quien olvida algo muy importante, recogió las llaves de la casa y exclamó en voz alta para que su marido la escuchara:

— ¡Cariño!..., voy a comprar al almacén antes que cierre.

Comprendí que esa era mi oportunidad de salir de allí, la larga espera había terminado y debía ser muy hábil para aprovechar esa oportunidad. Me coloqué lo más cerca posible de ella. La mujer abrió la reja que daba a la calle y sin retraso logré salir antes que mi prisión volviera a cerrarse.

Al fin, después de tanto tiempo, podía nuevamente moverme con libertad por las calles; era libre de caminar por donde quisiera y de poder volver a mi casa.

El sol ya no estaba a la vista y la oscuridad de la noche se hacía cada vez más presente. Las estrellas adornaban la bóveda oscura, mientras unas pequeñas nubes en el horizonte capturaban los últimos reflejos rojizos del tardecer. Yo no tenía miedo del largo viaje que debía emprender, sólo deseaba llegar pronto a casa, aunque no sabía aún cómo recuperaría mi cuerpo.

Mientras caminaba por esas calles vacías miré hacia el horizonte y sabía que aún faltaba mucho por recorrer. Ni siquiera tenía una noción de cuantas horas me tomaría hacer el recorrido. Pero eso no me desanimaba, aún cuando pasaran días sabía que cada segundo estaba más cerca de casa.

Las horas habían pasado las estrellas se apagaban mientras la claridad de un nuevo día iluminaba mi camino. A lo lejos pude ver las colinas iluminadas por los primeros rayos del sol. Hice una pequeña pausa deseando en mi interior estar más cerca de ellas, al instante mis pensamientos me transportaron al punto en que mi vista se había fijado.

Por primera vez desde que estaba en esa condición incorpórea, experimentaba semejante situación. Siempre anhelé estar de regreso en mi casa en un abrir y cerrar de ojos, pero algo en ese lugar me lo impedía. Y ahora el poder de mis pensamientos era capaz de trasladarme grandes distancias.

Nuevamente ponía mi mente y mis deseos en otro punto en el horizonte y me transportaba al lugar pensado. Entonces supuse que si podía desplazarme con esa facilidad entre puntos relativamente cercanos, quizás sólo debía concentrarme más para alcanzar un salto mayor y lo lograría.

Cerré mis ojos pensando fuertemente en mi casa, intentando visualizar la entrada, las calles que me llevaban a la puerta donde yo vivía. Al abrir mis ojos, estaba flotando a gran velocidad por sobre árboles, cerros y caminos; hasta que lentamente ese vertiginoso recorrido, me llevó a la calle frente a mi casa.

Lo extraño no fue el viaje, lo inexplicable fue que por mucho tiempo quise transportarme con esa facilidad hasta ese lugar pero algo me lo impedía. Ahora que estaba allí tenía miedo de enfrentar a esos espíritus, sin duda ellos manejaban poderes que yo no conocía, sabían como usurpar el cuerpo de alguien y mantener su alma encerrada a la distancia.

Sin duda que presentarme e intentar luchar con fuerzas desconocidas, sería más peligroso que mi cautividad. Por unos minutos permanecí inmóvil, sólo intentaba ordenar mis pensamientos y resolver el enigma que me envolvía.

Ellos tenían la capacidad de aparecer y de ser vistos. ¿Tendría yo esa capacidad también? En esa esfera espiritual yo no podía mover cosas, pero quizás sólo se trataba de mi falta de experiencia, tal vez era capaz de mucho más y no lo había intentado.

Decidí con mucha pena que aún no era el tiempo para enfrentarlos, si había podido esperar encerrado en aquella casa, podía esperar un tiempo más. Me retiré de ahí para probar otras habilidades, quizás si manejaba más mi estado fantasmal, sería capaz de recuperar mi vida.

Sólo fue cosa de tiempo hasta que pudiera hacer cosas sobrenaturales, como aparecer en distintos lugares, transportarme cada vez más rápido de un lugar a otro e incluso llegué a mover objetos, encender fuego y producir fuertes ráfagas de viento alrededor.

Tantas cosas impensadas y otras muchas por descubrir, pero lo que más me importaba era saber cómo sacar ese espíritu de mi cuerpo y poder recuperarlo sin tener que enfrentar a los extraños nuevamente.

Recordé entonces nuestro primer enfrentamiento, esa noche de verano en que se presentaron con ímpetu en nuestra casa. Sólo la decisión de mis palabras, la proyección de mi ira interior los obligó a retirarse y a no aparecer por varios días. Quizás el secreto estaba ahí, en la fuerza que pusiera en mis palabras y el coraje con que los confrontara.

Pero qué poderes provocaron que estuviera encerrado en esa casa, fuera de ella podía flotar, mover objetos y hacer otras cosas sorprendentes; pero dentro de ella, era como el viento encerrado en una botella.

Sabía que había un secreto escondido en aquel lugar, así que me trasporté hasta aquella casa nuevamente, a ese lugar que por largas semanas fuera mi prisión. A esa altura ya sabía como atravesar murallas y como entrar a cualquier lugar que quisiera. Me acerqué a la reja de entrada pero al intentar atravesarla, mi presencia fue detenida por una extraña fuerza. Mis sospechas quedaban en evidencia, algo en esa casa me había mantenido cautivo.

Recorrí los extremos de la propiedad buscando algún indicio, algo que diferenciara ese lugar de cualquier otro común y corriente. Al fin logré encontrar cuatro fragmentos de una extraña piedra negra, uno en cada esquina de la casa. Al principio pensé que se trataban de pedazos físicos, reales, pero me di cuenta que no pertenecían al mundo de los vivos.

Con gran dificultad logré reunirlos todos. Al levantarlos podía sentir un frío penetrante y extraño, ya que en ese estado fantasmal jamás había experimentado sensaciones corpóreas.

Era impresionante la fuerza que manaba de ellos, sin embargo una vez que pude sacarlos de cada esquina de la casa, también mi acceso al interior de ella fue permitido. Al verlos detenidamente, parecían ser fragmentos complementarios, como si hubieran sido parte de un solo elemento.

Ya nada me sorprendía, la verdad había experimentado tantas cosas increíbles, que una más no me parecía nada especial. Intenté ensamblar cada parte de los cuatro pedazos de piedra negra, hasta alcanzar con éxito que fueran una sola. En ese instante las partes se unieron sólidamente y el color de la piedra cambió a un violeta cristalino.

Se percibía como un campo poderoso alrededor de ella, una energía que irradiaba una pequeña luz blanca. Me sentía notoriamente más fuerte y con tanto valor como para enfrentar a los extraños espectros. Ese debía ser el secreto de sus poderes y también la clave para derrotarlos.

Cerré mis ojos enfocándome en mi casa hasta sentir como mi cuerpo se trasladó rápidamente a ella. Atravesé la puerta y entré en la sala que por varios meses no había visto. A esa hora del día aún no había llegado nadie y recorrí cada habitación, cada rincón de mi casa. Me sentía nuevamente con fuerzas para luchar contra ellos y recuperar lo que me habían quitado.

Ya oscurecía cuando toda mi familia llegó a la casa, mis padres, mi hermana y ese ladrón haciendo uso de mi cuerpo. En cuanto ingresó a la casa él sintió mi presencia, se mostró inseguro y confundido, miraba a todos lados sin poder encontrarme. Seguramente el estar en mi cuerpo le restaba fuerza a sus habilidades; pero yo no esperaría mucho tiempo para hacerme notar frente a todos.

Cuando estaban reunidos en la mesa para la cena, con un gran viento hice que las ventanas se abrieran de golpe. Todos se sobresaltaron y mi padre exclamó:

— ¡Por Dios!... ¡Qué no sea esa gente extraña nuevamente!

Aún no terminaba de decir esa frase, cuando con una nueva ráfaga hice que la puerta de entrada se abriera completamente. Mi intención era sólo una, lograr que los extraños se hicieran presentes en la casa para enfrentarlos.

Mi hermana gritaba y todos estaban muy asustados, pero el intruso no demostraba ningún temor. Esta vez conseguí mover unos muebles casi al punto de golpearlo, ese movimiento causó que al fin se hicieran presentes el resto de los extraños.

El padre, la madre y el otro hijo aparecieron en el umbral de la puerta, mi padre estaba pálido de la impresión; jamás pensó que pasaría por esa experiencia nuevamente. Hasta ese momento yo permanecía invisible, pero ya había conseguido mi objetivo; aunque no sabía aún como los enfrentaría.

Sólo dejé que mi instinto me guiara y empuñé con fuerza la piedra violácea, la luz que emanaba de ella lentamente comenzó a darle forma a mi cuerpo fantasmal. En cosa de segundos mi silueta blanca se mostraba ante todos en la habitación. El hombre miraba desde lejos hasta que decidió decir:

—Veo que conseguiste escapar, ¿pero serás capaz de derrotarnos?

Era la primera vez que lo escuchábamos hablar; cuando terminó de decir esa frase, extendí mi mano para mostrarle la luminosa piedra. Yo sólo buscaba obtener una reacción de su parte y así fue. Junto con su asombro, demostró el temor que le tenía a la pequeña fuente de poder.

Mi familia no entendía nada de lo que sucedía, sólo gritaban espantados por lo que presenciaban, así que decidí hablarles, esperando que mis palabras fueran oídas:

—No tengan miedo..., soy yo..., su hijo..., su verdadero hijo que he estado atrapado en aquella casa desde el verano y al que este usurpador le ha quitado el cuerpo...

Sencillamente todos estaban estupefactos, nadie decía nada, el silencio sólo se rompió cuando el hombre dijo a su hijo que permanecía en mi cuerpo:

—Ven, déjalo ya y ayúdame a pelear con él.

En ese instante el extraño usurpador se desprendió de mi ser y lentamente se desplazó por la habitación. Instintivamente y recordando lo débil que me sentí cuando él me arrancó de mi cuerpo, supe que ese era el momento más propicio para enfrentarlo.

En un abrir y cerrar de ojos, me desplacé desde el rincón en que estaba y me coloqué frente al pequeño ladrón extendiendo mi mano con la piedra e instintivamente le grité:

— ¡Entra en ella!

No puedo explicar el motivo que me impulsó a hacerlo, pero frente a mí la piedra resplandeció y comenzó a absorber su ser fantasmal. Cuando el último resplandor de su figura entró a la piedra, comprendí que esa era su prisión y a ella debía obligarlos a entrar nuevamente.

Me giré para enfrentar al resto de los espíritus, sus caras totalmente desfiguradas buscaban infundir miedo a través de su apariencia. Pero ya había descubierto su mayor temor y la forma de vencerlos.

El menor de los tres se movió rápidamente hacia mi cuerpo que yacía en el suelo, su inesperado movimiento sorprendió incluso al líder de ellos, quien no alcanzó a impedir que se metiera en él. Esa era mi oportunidad, ellos se debilitaban al poseerlos y yo me fortalecía a cada instante.

Apunté el rayo de luz de la piedra hacia él, gritándole.

— ¡Abandónalo!… ¡No te pertenece!... ¡Vuelve al lugar de donde saliste!

Por unos segundos se resistió, pero finalmente su estela luminosa era presa del poder de la piedra. La mitad del trabajo estaba hecho y los gritos del extraño se tornaron cada vez más terroríficos. Mi madre abrazaba a mi hermana y ambas estallaban en llantos desesperados; mi padre intentaba arrastrarse hacia ellas por el suelo.

Hasta ese momento la mujer espectral había sido una mera espectadora; sin embargo esa pasividad se acabaría. Como un gato engrifado se lanzó sobre mí sin lograr hacerme daño, la luz que se desprendía de la piedra funcionaba también como escudo protector. Al ver lo infructuosa de su acción decidió embestir contra mi familia.

Mi habilidad para transportarme era cada vez mayor y en espacios reducidos me manejaba de mejor manera. Antes que lograra alcanzar a cualquiera de ellos, provoqué una ráfaga de viento que la empujó contra el hombre y ambos cayeron hacia fuera de la casa.

Sin esperar un nuevo movimiento de ellos, me desplacé apareciendo a la espalda de la mujer; con la piedra la golpeé en el hombro e inmediatamente su figura fue absorbida como a los dos seres anteriores.

Me sentía tan confiado que esa sería la solución para deshacerme de los cuatro, que me desplace sobre la figura del hombre extraño. Pero ese exceso de confianza fue mi gran error, antes que consiguiera hacerlo prisionero, él me sujetó fuertemente por el cuello.

En esa condición fantasmal jamás había sentido dolor o molestias hasta ahora; la energía que manaba de él era sofocante, el calor que su mano irradiaba era tan grande que lograba sentirla quemando mi ser.

—No te será tan fácil derrotarme a mí —dijo confiado que ese sería mi final.

Lentamente me arrastró hasta donde estaba mi cuerpo físico, llevándome de vuelta al lugar de donde nunca debí salir. Mientras estaba en dirección a él, en medio de mi sofocamiento le dije a mi padre:

—Cuando te de la señal, haz lo que te diga...

No sabía si realmente me había entendido, pero al instante que el extraño empujó mi ser espiritual y luminoso de vuelta a mi cuerpo, solté la piedra en dirección a donde estaba mi padre, gritando:

— ¡Ahora! ¡Arrójasela!

Afortunadamente él había comprendido mis palabras y recogiéndola, la lanzó contra él con una fuerza impresionante. Toda su ira contenida se desplazaba en esos momentos por los aires de la habitación.

La piedra golpeó la cabeza del hombre quedando incrustada en ella y radiando esa luz blanca tan particular. El ser extraño se tambaleaba de un lado a otro hasta que al fin me soltó y antes de caer al suelo se desvanecía dentro de la piedra tal como el resto de los espíritus. La luz blanca se disipó y el objeto volvió a su color violeta, mientras mi cuerpo se desplomaba nuevamente en el suelo.

Por largos minutos permanecí inconsciente, hasta que logré despertar nuevamente en mi cama rodeado por mi familia. Todos me abrazaban y lloraban de emoción, si no los hubiera visto reaccionar así, hubiera pensado que todo se trataba de un fantástico sueño.

Pasaron algunos minutos hasta que me sentí con más fuerza y nos pudimos reunir todos en la mesa para cenar. Comencé a relatarles con detalles todo lo acontecido desde el día en que los extraños se hicieron presente en la casa y me despojaron de mi cuerpo dejándome encerrado. Como había logrado escapar y todas las cosas que había aprendido en esas semanas.

Luego me indicaron que las semanas, en realidad se habían convertido en casi tres meses. Si ellos no fueran mis padres y no hubieran visto con sus propios ojos todo lo sucedido, lo más probable es que no me hubieran creído. Pero ellos son los únicos testigos de que este relato fue verdad. De la piedra violeta sólo puedo decirles que está en un lugar seguro y ahí se quedará por mucho tiempo.


Publicación reeditada 2013


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..°¤¤°.¸¸.¤´¯`» Freddy
D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°

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