domingo, 23 de mayo de 2010
EL SABOR DE LA NOCHE
EL SABOR DE LA NOCHE
La suave brisa del mar mece tus cabellos alborotados, mientras el murmullo de las olas saluda a la distancia la silueta de tu cuerpo recostado junto al mío. La tarde avanza lentamente mientras nos besamos y las horas corren mientras tus labios tocan mis labios ansiosos de ti. Mis manos recorren tu piel húmeda por la brisa marina, mientras tus ojos se pierden en mi mirada y mi aliento se lo lleva el viento hasta cobijarse rendido ante el dulzor de tus labios.
Hemos decidido esta noche unir nuestros deseos contenidos, hemos esperado este momento por muchos días y finalmente hoy sucederá. Por un instante nos alejamos para preparar nuestro encuentro nocturno. Con paciencia he buscado el sabor especial con el cual comenzar la velada; una textura seductora que te encamine, una mezcla perfecta para iniciar nuestra noche de pasión.
Las horas han caído rendidas ante la loca carrera del tiempo y las luces de la ciudad se han hecho presente para alumbrar tu camino. Al fin tus delicadas manos tocan suavemente mi puerta y salto ligero para recibirte. Esta noche la luna esta dormida y es preciso no despertarla. Las estrellas son testigos silenciosos de tus pasos, mientras mi corazón late con más fuerza al mirarte.
Besas mis labios peligrosos y enciendes la pasión de mi piel que ansiosa te esperaba, mis brazos te enlazan con firmeza queriendo retener por siempre este momento eterno de pasión. Es necesario detener por un instante el calor de nuestros besos, aún no es tiempo para navegar en la locura.
Me alejo levemente ofreciéndote una pausa y un respiro, para volver a ti con un sabor del verano que estoy seguro no resistirán tus sentidos. El aroma ya inunda la habitación por completo, mientras tus labios se humedecen al ver su intenso color.
El frío recipiente se posa en tus tibias manos mientras nos sentamos a la orilla de la cama con total naturalidad. Mis frías manos rozan tu hermosa cara mientras miro tus ojos impacientes y temerosos, ansiosos por lo que vendrá.
Una combinación de blanco y rojo llega a tu boca, es la primera prueba de ese sabor intenso. Dulce y ácido se mezclan en tu boca, lo frío y lo jugoso intentan confundir tu paladar, pero tu lengua reconoce cada sabor que se sumerge entre tus labios sedosos.
El frío y suave helado de piña se mezcla con el dulce y aromático sabor de las frutillas, la textura rápidamente se deshace detrás de tus labios y te lleva velozmente en un viaje de placer. Tus ojos se pierden en los míos mientras nuestras bocas juguetonas comienzan a compartir los sabores entre si. Me acerco suavemente a tus labios y dejo escapar una dulce frutilla hacia tu boca que la recibe como un nido a su paloma.
El calor comienza a derretir lo que queda del helado, dejando escapar su dulzura por el borde de tu piel. Mi boca ardiente olvida el refrigerio que consumía y recorre tu cuello para saborear tu dulzor. Mientras con mis manos, deslizo la última fruta roja y madura en tu boca que se pierde en la locura del sabor.
Tus manos rescatan el calor de mi cuerpo y comienzan a sentirse vivas y ligeras nuevamente. Mi boca despega hasta tu boca y tus ojos llenos de pasión comienzan a cerrarse mientras te beso intensamente. El esperado momento comenzaba a encender la habitación luego de la dulce y fría pausa de nuestras bocas.
Ahora tus ropas caen ligeras mientras recorro tu espalda desnuda y tus manos destapan mi torso ardiente. Mis labios aún fríos comienzan a recorrer tu pecho, mientras despojas la capa de algodón que envuelve mi piel. Mi boca ansiosa recorre montes y praderas hasta perderse en tus caderas y entrar al valle que la luna no ilumina. Tu boca deja escapar el gemido de la pasión que se desprende de tu alma, mientras intentas sujetar mi espalda, tocar mi pelo y sostener mi cabeza que se pierde en tu deseo.
Ya es tarde para detener mi viaje y tu aliento se escapa lentamente en el silencio de la noche. Giras sobre mí para hacer el mismo recorrido, desde mis labios hasta mi cadera atravesando las praderas; tu boca encendida baja lentamente cada centímetro de mi cuerpo y se desliza con delicadeza hasta tocar la línea de mi deseo.
Mi boca no retiene los gemidos de mi alma y mi piel se fusiona cada vez más con tus caricias. Sólo quiero mantener esta noche eterna y perderme en ti. Te acerco a mi cuerpo y beso tus manos que aún llevan el aroma de las frutillas y el sabor de su sabroso corazón. Tu cuerpo se une al mío en esta danza tan esperada, nuestros deseos se fusionan en bailes y gemidos que rompen el silencio de la habitación.
No hay tiempo para pausas, no hay momentos de descansos al son de esta canción; el corazón late con fuerza y la sangre fluye con impaciencia llevándose el aliento de nuestras bocas. Siento tus manos sujetándose con fuerza en mi espalda y el vértigo de nuestros movimientos derraman voces sin sentido. Tus piernas entrelazadas con las mías, se liberan de una vez de este placer contenido en un gemido eterno de éxtasis.
La noche silenciosa hace eco de las voces del amor y esconde su rostro tímido de la silueta de los amantes. Hasta que en un soplo de libertad, nuestros cuerpos caen rendidos sobre este lecho de pasión.
Tus ojos brillantes se pierden nuevamente en mi mirada y tu agitado palpitar vuelve lentamente a su ritmo normal. Tu aliento reposa por unos minutos de la agotadora danza de placer y mis manos recorren suavemente tu piel mojada mientras me miras tiernamente a los ojos intentando decir palabras que se pierden sin nacer.
Descansamos por un instante sabiendo que la noche avanza sin piedad. Tu dulce boca besa mi cuello descubierto y reclinas tu cabeza sobre la almohada que se llena de tu perfume, mientras mis sedientos labios no pueden esperar a beber de ti otra vez.
La impaciencia rompe mi cansancio y comienzo el recorrido por los paisajes ya descubiertos por mi boca. Centímetro a centímetro avanzo por tu suave piel tocando con mis dedos sutilmente esos puntos que te hacen explotar de pasión. Enciendo nuevamente con delicadeza tu piel y tu boca deseosa que captura mis labios haciéndolos prisioneros otra vez.
Nuestros cuerpos danzan escondidos de la luna, mientras las estrellas ya no miran nuestra desnudes; te tomo en mis brazos y me vuelvo uno contigo. Mis manos se pierden en tu cuerpo menudo, mientras tus labios se empapan de mi ser y tu aliento nuevamente se pierde en el calor de la habitación.
La noche estalla ligera cuando coloco mis manos en tus caderas y llevo el ritmo de nuestra danza a una velocidad que hace estallar tu deseo. Mi espalda mojada se recuesta sobre la cama mientras tu torso desnudo flota libremente al viento de la noche. El ruido de mi boca se pierde entre las voces del mar que a lo lejos estalla entre las rocas.
La explosión de placer que nos inunda y que nos fatiga, se extiende en la estela de la brisa que nos hace perder la cordura y nos consume en este gemido hasta perderse en la oscuridad. Mis manos recorren por última vez tu espalda, mientras te recuestas a mi lado, cansada y con tu piel mojada que recobra lentamente su color.
Mientras no dejo de besar tus labios de miel, los minutos van pasando rápido y quisiera retenerte junto a mí hasta el amanecer. Antes de partir te pido que compartas conmigo los últimos frutos de la noche que quedan para nosotros. Coloco en tu boca estas pequeñas culpables del placer que hemos vivido, y que su textura inunde tu paladar mientras su sabor sella el recuerdo de esta locura.
Aunque duermas lejos de mí esta noche, espero que su perfume acompañe tu piel y traiga a tu memoria este primer encuentro. Mientras te visto nuevamente en capas de algodones, recuerdo la textura de tu cuerpo danzando junto a mí y siento en mi boca nuevamente la dulzura de tu piel que se mezcla con los frutos de nuestra pasión.
Tu perfume se queda en mi habitación mientras tus pasos se alejan lentamente de mi ventana. Aún percibo en la distancia tu esencia, tu deseo y tu pasión. El sabor de nuestro encuentro será imborrable en mi piel y en mis recuerdos, porque el sabor de esta noche se impregnó en mi corazón.
Publicación reeditada 2010
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lunes, 10 de mayo de 2010
DULCE Y AMARGO EN EL CORAZON
DULCE Y AMARGO EN EL CORAZÓN
Deseaba tanto venir a decirte lo que nunca pude al final, estaba cansado de ser condescendiente contigo y todo lo que necesito ahora, es liberarme de todos estos pensamientos como solía hacerlo antes. Muchas noches pensé en ti, buscando entre las luces del cielo esa estrella que me guiaba hasta tu casa, esa luz que me recuerda el rumbo que mis pasos seguían hasta llegar a tus brazos.
Pensaba en tus besos de terciopelo, suaves como la seda, que mojaban mis labios secos de amor por ti. Recordaba cada instante, cada sueño, cada adiós; que aunque duros fueron, siempre supimos que estaríamos juntos otra vez. Pero ahora no hay nada que podamos hacer, no somos los mismos que solíamos ser.
Perdóname pero sólo vine a decirte la verdad, es el momento de enfrentar que todo se acabó. Soltar de una vez tu mano y continuar por caminos separados. Mira las cicatrices de mi corazón y las espinas a su alrededor, todo se ha ido y permanece lejos sin necesidad de pelear. Lo que ahora quiero es continuar libre, sin sombras ni cadenas tras de mí.
Quiero permanecer lejos a pesar que me encuentre tan cerca de ti; sé que son palabras duras de oír, pero perdóname, es lo que siento en este momento. Es la única manera de atravesar tu armadura que me impide llegar a tu corazón; no quiero seguir y seguir dándole vueltas al asunto, sólo quiero dejar cerrado el capítulo que nos ha tocado vivir.
A veces hemos buscado olvidarlo todo, a veces me hiciste mantener viva la fe, pero lo que nunca había visto, es la manera en que las cosas han cambiado. Sólo recuerda cuan lejos estuvimos y lo mucho que te busqué para tenerte de vuelta junto a mí. Ahora sólo recuesta tu cabeza nuevamente y sigue soñando, que algún día te darás cuenta que fueron sólo fantasías llevadas por el viento.
Muy profundo en mi corazón intento encontrar un lugar para este amor; no es fácil, pero deseo guardarlo en un rincón especial, sólo para mí. A pesar de todo este tiempo que perdimos por perseguir un sueño, nada se olvidará; caerá la lluvia y se llevará todo lo demás como un llanto silencioso, pero no tocará lo que guardo de ti.
Tal vez no era nuestro destino, aunque al parecer tú has encontrado el tuyo, ahora yo intento encontrar uno para mí. Me paro frente al espejo queriendo ver mi corazón, intentando ver mi alma, pero a través de mis ojos sólo veo un amor que muere. Cuando la pena te golpea tan profundo, que intentas seguir adelante sin fuerzas para luchar, sin una mano para sostener; ahí comprendes realmente que toda historia tiene su final.
La vida pasa y me doy cuenta que todo el tiempo que tuvimos no volverá otra vez. Casi no puedo esperar por el mañana, sólo sé que no puedo arrastrar más cosas del ayer, ahora puedo ver una luz detrás de mí que me coloca en el camino correcto. Aunque por mucho tiempo permanecí en las sombras, pienso que ahora no nos encontraremos otra vez.
Sé que tienes algo que decir, sé que dondequiera que estés quisieras hablar; pero has cerrado la puerta y me has dejado partir. Sólo intento hacerte recordar, intento hacerte ver que esos momentos permanecen como las estrellas y a veces pienso que si los caminos se cruzaran, podríamos encontrarnos otra vez.
El anochecer me da esperanzas incluso si tú no estás aquí, recuerda lo que hemos compartido hasta ahora, esos recuerdos luminosos de un amor que se va. Pero como una sombra estaré cerca de ti, en tus sueños, tras esas cortinas de recuerdos. Aunque ahora estés muy lejos, no importa porque permanecerás siempre en mi corazón y un abrazo saldrá de mi alma cada vez que pienses en mí.
En la distancia verás mi luz llegar a ti y cobijarte cada vez que recuerdes mi nombre, sentirás mi calor envolverte con cada pensamiento que te lleve a nuestro pasado. Esas noches juntos donde tu piel encendía mi piel y mis labios recorrían tu ser, sentirás mi perfume y mis caricias en la soledad de tus deseos y en lo profundo de tus recuerdos.
No veo estrellas fugases esta noche, quizás todo lo que yo esperaba estaba equivocado y todos los sueños ya se han ido; quizás fui el único que lo deseaba. Ese verano que tiñó todo de rojo, al final se desmoronó; se llevó ese calor, se llevó mi amor, se alejó como las hojas que caen secas con el viento.
Cómo poder continuar ahora, si esa era la esperanza que me mantenía vivo y que me daba fuerzas para mirar hacia el horizonte buscando tu silueta. Ahora este silencio me hace sentir tan inseguro, tan seco por dentro. Mis brazos esperan sin respuesta, mis ojos no encuentran el rumbo en este mar de desamores, como barcos sin viento que lleven sus velas, así mis pasos vagan sin destino.
Sólo vine para decirte lo que guardaba en mi corazón, pero termino avivando lo que algún día pensé que había muerto. Sólo siento el frío sin tu presencia y veo como los colores de este amor se desvanecen. No hubiera parado de intentarlo si hubiera sabido que quedaba una esperanza, sacrifiqué todo, expuse mi corazón, pero me vi forzado a huir.
Cambiaría muchas cosas si pudiera volver el tiempo atrás, cambiaría todos mis errores sólo por vivir nuevamente esa locura. Eso que logró unirnos sigue aquí como una luz entre nosotros, como un faro que te indica el camino en medio de la niebla. Cuando sientas que has perdido tu rumbo me verás brillar en medio de tu oscura noche.
Si todo fue en vano lamento haberte despertado de tu sueño; no puedo negar que tenía miedo, pero que conseguí vencer ese temor y volver. Puedo sentir otra vez que esperé mucho por las respuestas, ahora es tiempo de pararse y caminar, viajando solo, recorriendo el mismo camino que me trajo hasta aquí. Sintiendo en mí el dulce sabor de tu recuerdo y llevando en el corazón la amargura del adiós.
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sábado, 1 de mayo de 2010
MI AMIGA NEPENTHES
MI AMIGA NEPENTHES
Anoche fue una noche muy difícil, apenas pude conciliar el sueño algunas horas y esta mañana los ojos se me cerraban a cada instante. He tenido que ir al baño muchas veces a mojarme la cara para espantar el sueño y cada vez que me miro al espejo, veo como estas ojeras crecen y crecen sin medida. Las horas pasaban lentas y lánguidas, creo que ha sido uno de los días menos productivos de toda mi vida. Aún así he logrado realizar algunas planificaciones y cerrar algunos informes que siempre resultan ser tan tediosos y complicados.
Pero pasado mediodía, mi cabeza tambaleaba una y otra vez frente al computador, casi rindiéndose por el sueño; ya no había forma de espantar el cansancio y el sueño que me envolvía. Sin duda hoy ha sido uno de los días más difíciles de sobrellevar. No siempre he tenido problemas como se han presentado hoy y como si fuera poco, mi jefa ha sido toda una pesadilla en estos días, seguramente porque mañana es su cumpleaños.
Con todo aquello era casi justificable que colocara mis brazos frente a mí y recostara mi cabeza sobre ellos para descansar un momento. Lo que no se justifica es haberme quedado profundamente dormido en esa posición. Estaba todo tan calmado a esa hora, el silencio era absoluto. Me encontraba solo, ya que mis compañeros de oficina recién habían salido a almorzar y no regresarían hasta dentro de una hora. Lo insólito fue lo que sucedió después, algo que jamás olvidaré.
Sentí que me incorporaba lentamente de la cómoda posición de descanso que había tomado. Estiré los brazos y bostecé profundamente como no lo hacía hace mucho tiempo, fue una sensación muy reconfortante. Mi oficina estaba oscura y levemente iluminada por las luces de otras habitaciones, sin embargo, también estaba oscuro al exterior de las oficinas. Por un momento pensé que había dormido toda la tarde sin darme cuenta y que la noche ya había llegado.
Caminando por los pasillos no encontré a nadie, tampoco había personas en las salas de reuniones. Todo estaba desierto, pero pude ver que los computadores en cada oficina aún estaban encendidos. Seguí caminando por el pasillo y me detuve frente a los casilleros, saqué de mi bolsillo una llave y procedí a abrir el mío.
En el interior había una pequeña planta, con hojas sedosas en la base y un tallo firme que se elevaba firme hasta llegar a un capullo rojo muy llamativo. Era tan atractiva su forma y su color que nadie jamás hubiera pensado que se trataba de una especie de planta carnívora. Esta especie de la familia de las Nepenthes, tenía la particularidad de crecer sin medida y cuando ya eran adultas tenían enormes capullos que se descolgaban del tallo en forma de bolsitas de color rojo.
Claro que había algo más especial en esa peculiar planta, por semanas yo la había alimentado con carne impregnada con el perfume que usaba mi jefa. Y aunque devoraba insaciable cada bocado que yo le daba, aún era demasiado pequeña para ser realmente peligrosa.
Al día siguiente era el tan esperado cumpleaños de mi jefa. Todos habíamos concertado en hacerle un lindo regalo a pesar de ser tan antipática con nosotros. Cada uno puso una cuota en dinero para ello y obviamente yo había sido el encargado de organizarlo todo; pero nadie sabía cual era la sorpresa que le regalaríamos.
Temprano por la mañana cuando todos ya hubieron llegado, era el momento preciso para celebrarlo. Primero que todo le entregamos una linda caja que contenía su perfume favorito; con ello yo me aseguraba que la fragancia con que había alimentado a mi amiga Nepenthes, estaría siempre cerca de ella.
Luego la secretaria le hizo entrega de la hermosa planta con capullos rojos, la que inmediatamente causó suspiros de admiración por su belleza. El asombro que mi jefa evidenció fue muy satisfactorio para mí; sabía que la planta le había gustado y que la cuidaría con total dedicación.
Su amplia oficina le permitía mantenerla en ella sin problemas y cada día la veíamos cuidándola y sacudiendo sus sedosas hojas como si fuera una verdadera mascota. Todos los días sin falta a la hora de almuerzo, cuando todos habían salido, yo aprovechaba para entrar a su oficina y seguir alimentándola con trozos de carne impregnadas de su perfume.
Las semanas pasaron y su tamaño aumentaba notoriamente cada día, lo que llenaba de orgullo a nuestra jefa que nunca sospechó el peligro que albergaba en su oficina. Muy por el contrario, cada vez que podía invitaba a alguien para mostrarle lo hermosa que estaba y lo apreciado que era para ella ese regalo.
Algunos de mis compañeros comenzaron a sentir envidia de mí, por haber elegido tan lindo obsequio. Sin embargo siempre les obligué a mantener el secreto de quién había sido el que lo eligió; y por más que ella preguntaba incansablemente, nunca nadie dijo nada.
Ya habían pasado un par de meses y la planta había sido cambiada varias veces de maceta para poder contenerla. Sus hojas siempre brillantes y sedosas relucían desde lejos. Mientras sus tallos gruesos y suaves, se elevaban casi hasta el techo soportando el peso de los hermosos capullos rojos en sus extremos.
El tamaño colosal que estaba adquiriendo, era comparable a esos gomeros de interior que crecen hasta cubrir toda la esquina de una habitación. También debía ser más cauteloso en la forma en que la alimentaba, ya que uno de los capullos medía casi un metro de largo.
Hasta que una mañana después de pasar más de una semana sin que la hubiera alimentado, mi amiga Nepenthes decidió alimentarse por sus propios medios. Primero se escuchó un grito desde la oficina de mi jefa. Al correr todos para ver de qué se trataba, sólo podíamos ver su cuerpo colgando desde el interior de uno de sus grandes capullos.
Ella ya no se movía y por más que intentaron abrir el capullo, era imposible ganarle a esas sedosas y fuertes mandíbulas. Como medida extrema, alguien decidió golpear el tallo de la planta hasta llegar a quebrarla; fue la acción más ridícula, desesperada e infructuosa por doblegarla. Su fuerte estructura resistiría cualquier intento por doblegarla ¿Podría una planta así sentir dolor?
Largos minutos pasaron y habían intentado de todo para poder sacarla del interior de la planta. A ese momento ya habían llegado los paramédicos, los bomberos e incluso la policía. Finalmente después de mucho esfuerzo de todos, fueron los bomberos los que lograron desprender el capullo del tallo y liberar a nuestra jefa. Lamentablemente ya era demasiado tarde, los líquidos viscosos del interior del capullo la habían ahogado.
La conmoción era tremenda, todo se tornó en caos y confusión; llantos y gritos de desesperación. Hasta que las preguntas apuntaron a quién era el responsable de haber traído esa planta exótica a nuestra oficina. Primero se generó un murmullo suave y constante, luego sentí como las miradas de todos comenzaron a centrarse en mí.
La habitación se tornaba oscura y el espacio se me hacía infinito. Una a una todas las personas en la habitación se volteaban para mirarme, levantaban sus manos apuntándome con sus dedos, desde lejos se escuchaba mi nombre:
—Miguel.., ¡Miguel!..., ¡Miguel!...
Una y otra vez, más y más fuerte se escuchaba mi nombre... El cuerpo sin vida de mi jefa se levantaba en el rincón, apuntando con sus manos llenas de los líquidos viscosos y amarillentos del capullo.
—Miguel.., ¡Miguel!..., ¡Miguel!...
El sonido de mi nombre retumbaba en la habitación hasta que desperté sobresaltado y mi jefa estaba de pie justo a mi lado, con ese odioso gesto de malestar que me exaspera.
Al levantar mi cabeza, tenía las líneas de la costura de mi camisa dibujadas en mi cara y la forma del botón de la manga marcada en plena frente. Mis ojos somnolientos y una enorme mancha de saliva en mi antebrazo que se estiraba hasta mi boca.
Las risas de mis compañeros de oficina se escucharon inmediatamente cuando me levanté, ella se había encargado de convocarlos a todos para que me vieran dormir. Jamás me había sentido tan avergonzado en mi vida, sentía como mi cara se había puesto de color rojo tan intenso como el capullo en mi sueño, ni siquiera fui capaz de decir algo.
Este era el día más horrible de mi vida. ¿Por qué algunos sueños no pueden ser reales? Qué daría porque mi amiga Nepenthes fuera real y me tragara en este momento, lamentablemente hay cosas que sólo suceden en los sueños.
Publicación reeditada 2013
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