jueves, 11 de abril de 2013

VIAJE DE 30 AÑOS




VIAJE DE 30 AÑOS

Cada año es la misma situación, él se sienta bajo el puente que por años ha visto su silueta recorrer esos rincones. El recuerdo de estaciones pasadas y situaciones lejanas, perdidas con el paso del tiempo, casi olvidadas. Su mirada fija en el horizonte, contemplando sus penas y alegrías. Aunque más han sido los momentos de aflicción, las noches solitarias, el frío intenso al dormir y los sonidos que causa el hambre de tres días.

Las fechas no se marcan en el calendario, la única cuenta en su memoria es quince días después de año nuevo, quince días hasta llegar a su cumpleaños. Sólo así sabe que un año más se ha ido y que es un año más viejo.

Sus manos curtidas y su barba abundante, lo hacen verse mayor de lo que en realidad es. Pero qué importa, es sólo un número más en el cuerpo. Una estadística sin sentido, un instante que se perderá en el olvido. Así, un día más se va y sus ojos llenos de lágrimas, contemplan el cielo de esa cálida noche de verano, esa noche especial que tiene otro sentido para él.

Esa noche ya son treinta años de que comenzó ese viaje andariego. Tenía doce cuando huyó de su casa y sólo cargaba un saco pequeño con algunas prendas de ropa y un montón de ilusiones. Su pequeña humanidad no entendía lo difícil que llegaría a ser el camino; pero no importaba nada, era necesario escapar de su miserable vida. Era el día de su cumpleaños y su padre borracho le regaló una golpiza; mientras su madre ausente no se acordaría de esa fecha como en años anteriores.

Asumió que no era importante permanecer en ese lugar, no era su casa, o al menos no la sentía como tal, era todo menos un acogedor hogar. Caminando por esas calles olvidadas, solitarias como su propia vida, recorrió kilómetros hasta que el sueño lo venció y se recostó bajo las estrellas. Su corazón estaba lleno de sentimientos confusos, sensaciones diversas y encontradas.

La alegría de dejar atrás los maltratos y la pena de verse durmiendo en la calle, viviendo al mismo tiempo la libertad y el temor. Intentando sobrevivir esa primera noche en aquella calle lúgubre, insegura y perdida. Su esperanza se había ido y ya no había camino de retorno, los días debían continuar, ya no había rastro en su caminar, ni huellas para volver.

Las imágenes de treinta años pasaban por su mente. Veranos calurosos y noches de hambruna vagando por las calles, buscando algo de comer. Mendigando en las esquinas por una moneda que alimentara su mísera y pequeña humanidad, fragilidad que la calle y los años al fin se llevarían. A cada paso el niño quedó atrás, saltando a ser adulto de improviso, sin ver tantas cosas de adolescente y siendo testigo de tanta maldad.

La calle le enseñó a robar y a ser el que pega el primer golpe, también que el clima no mira credo ni raza, no mira quién eres al momento de llover y no tiene compasión al mojar los pies descalzos. No hay donde esconderse del frío, ni de la humedad de las mañanas. Mientras miraba esas calles grises y olvidaba la forma de su cara, el espejo que alguna vez lo conoció, luego le dio la espalda y se olvidó de su rostro.

Nadie recuerda sus pasos de niño, ni el sonido de su llanto se escuchó más. Ahora en la inmensidad de la noche, mira sus manos agrietadas, mira con tristeza su miseria y contempla esa aventura que sólo trajo decepción y desesperanza.

No hay nada que le de fuerzas para levantarse por la mañana, no hay un futuro ni un amor por quien luchar. Nadie sabrá si su alma no despierta para recorrer un nuevo día. Tampoco nadie escuchará el latir de su corazón y su cara no reflejará la luz de los primeros días de libertad. Ya no hay recuerdos, sólo el día a día que avanza hasta hoy.

El sueño aplasta su cansado cuerpo y otro día más se va, es sólo otro año en el recuerdo que se perderá. Los números corren en el calendario, pero no lo sabrá hasta sentir los ruidos de fin de año, cuando se ilumina el cielo de colores mágicos y quince días después, se siente nuevamente allí. Recordando aquellos momentos, llorando por lo que ha quedado atrás, añorando lo no vivido y despertando nuevamente a esa mísera realidad.
 


Publicación reeditada 2013


(^)(^)
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..°¤¤°.¸¸.¤´¯`» Freddy
D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Holas...
q triste la historia...

ad hoc con este clima jeje

espero q estes super bien

cuidese mucho

besos

ojala lleguen noticias luego ^


hypnotic_gaze

Anónimo dijo...

...y que refelexivo. bueno es la triste y penosa realidad de muchos y hay algunos que creen sentirse acabados en estemundo por pequeñeces.. a veces es necesario ver otras realidad, pero no eso sino sentirlas y vivirlas.. solo en lo extremista se llega a sentir los vaivenes de esta vida, a la que algunos hemos sido beneficiados y a la que otros simplemente nos ha olvidado...
saludos!

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