jueves, 13 de junio de 2013

CUATRO LAGRIMAS




CUATRO LAGRIMAS

Una a una las guardas en vasijas frágiles y vasos de cristal fino. Reservadas en receptáculos sensibles que las dejan escapar cuando menos lo esperas. Algunas son especiales y otras dolorosas, siempre llenas de sentimientos, pero no todas son iguales ni causadas por la misma razón, ellas son atemporales. No tienen límites de espacio ni tiempo, sólo escapan ligeras desde lo más profundo, desde el centro mismo de tu sencillo corazón.

En momentos de alegría incontenible, cuando la risa te invade a más no poder; tu estómago se aprieta de tanto reír y tus mejillas se extienden libres como las alas de las aves. Las carcajadas espontáneas fluyen y no eres capaz sólo de sonreír livianamente. Necesitas explotar de hilaridad y descargar esa lava de alegría que estaba cautiva. Tu boca resbala una bulliciosa risotada y desde tus ojos brotan danzantes, esas lágrimas de júbilo y de gran relajo liberando tu ser de satisfacción.

Hay otros instantes que son muy tensos y sujetos a una gran presión. Cuando la injusticia coloca su pie en tu cabeza y te aplasta sin piedad. Cuando ya no puedes resistir más y la salida se esconde de tu alcance, son esos momentos en que nada es fácil de sobrellevar.

Tu corazón expulsa esa ira reprimida y brotan llenas de impotencia esas lágrimas complejas, que son una mezcla de enojo y desesperación. Aguas amargas con un sentimiento absurdo y descontrolado, donde sólo deseas dejar existir. Ojalá algo arrancara esa bomba contenida a punto de estallar sin disimulo. Tu cara se enciende enrojecida y tus ojos enceguecidos buscan un escape.

Lágrimas negras, capaces de nublar los sentidos y de llevarte a la locura. Aguas insensatas como dagas, como un veneno fluyendo por las venas, surcando la piel llenas de ira. Ríos contenidos que sólo desean arrasar con todo a su paso; gritos apagados que sólo buscan derribar el muro de la opresión que te envuelve.

Cómo quisieras en esos momentos cambiar tus lágrimas de impotencia, por unas de lágrimas alegría. Cuando la emoción te invade y tu corazón se infla lleno de orgullo y satisfacción. Aguas pasivas que desatan júbilo y que brotan sin medida; cuando no importa que las vean derramarse y corren libres mojando tus mejillas. Cuando vuelan expresando lo lindo de una situación, lo grandioso de un momento esperado, cuando nada detiene la nobleza del corazón.

Esas dulces lágrimas acompañan a un abrazo apretado en reencuentros y se hacen presentes en un —te perdono— sincero. Cuando ves que una nueva vida nace o cuando se llega a la meta tan anhelada con gran esfuerzo. Aparecen al sentir la cercanía de un amigo en momentos de dificultad y al ser consolado. Cuando te sentías en soledad absoluta y una mano solidaria se hace presente junto a ti, tocando tu corazón con palabras de consuelo y ánimo, con cariño y amor.

Ojalá esos momentos fueran eternos, pero son más los instantes de tristeza que nos rodean. Cuando un nudo se aloja en la garganta y un vacío profundo se clava en el corazón. Lágrimas desatadas con amargura, que rompen el alma cuando las escuchas fluir. Quien diera el mundo entero, por evitar esos momento devastadores.

Aguas tormentosas que no saben de calma, ni esperan tranquilidad, sólo piden salir junto con la vida y esparcirse en el suelo sin retorno. Son como un puñal en medio de tu pecho que rompe la vasija frágil de tu corazón, así la tristeza abre la llave de las aguas que se pierden con amargura. Cuando un ser amado se ha ido o cuando se pierde aquello tan querido. Instantes de desilusión en que sólo deseas rendirte y desvanecerte en el aire. Cuando navegas en ese mar oscuro, tormentoso y desconsolado; sin escuchar, sin olvidar, sin perdonar a nadie; aguas solitarias sumergidas en dolor.

Todos quisieran evitar las lágrimas que fluyen mojando la cara, la humedad de su presencia recorriendo las mejillas hasta caer y perderse en el tiempo. Sin duda esos momentos son inevitables y surgen espontáneos sin aviso; limpian el alma y desalojan sentimientos contenidos en el corazón. Si se pudiera elegir un momento o alguien por quien llorar, siempre valdrá la pena derramar una lágrima por esa persona que lo daría todo, para evitar que derrames las tuyas.


Publicación reeditada 2013


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..°¤¤°.¸¸.¤´¯`» Freddy
D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°

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