lunes, 25 de octubre de 2010

DEJA VU (MEMORIAS)



DEJA VU (MEMORIAS DE UN TERCERO)



Víctor se levantó temprano, antes que ella despertara y sin hacer ruido se vistió; ordenó sus cosas, le dio un beso en la mejilla y se fue muy apurado. Subió a su auto y condujo por muchas cuadras sin rumbo, hasta que finalmente se detuvo a un costado del camino. Apagó el motor, bajó la mirada al piso y mientras sentía los vehículos pasar por su lado, respiró profundamente.

Había sido una noche muy apasionada pero se sentía vacío y confundido. Por semanas ellos se habían visto de esa manera; compartiendo una linda velada, para luego dar paso a extenuantes noches de pasión. Ella no estaba sola sentimentalmente, ella tenía su pareja y Víctor ya no sabía cuál era su lugar en esta situación. Cuántas veces habían conversado sinceramente al respecto y el resultado siempre era el mismo, él seguía siendo el tercero en esa extraña pero fuerte relación.

El sol aún no se levantaba sobre las montañas y Víctor decidió retomar su camino, esta vez con rumbo a su casa. Al llegar se metió en la ducha y permaneció inmóvil pensando en todo aquello, mientras el agua caliente corría por su cara. Luego acabar su ducha, se fue a la cama para ver si conseguía dormir unas pocas horas. Necesitaba descansar su cuerpo y animarse a hacer cosas para distraer su mente.

Recostado sobre la cama, miraba al techo recordando los sucesos de esa noche; cada instante, cada beso, el éxtasis y la pasión de sus encuentros. Todo lo estaba consumiendo por dentro, lo destrozaba. Hubiera sido fácil sacarla de su vida al principio, pero ahora estaba en su piel, en sus recuerdos y él en ella.

Pasaron varios días sin verse, aunque siempre conversaban por teléfono, hasta que nuevamente organizaron salir juntos. La velada era magnífica, la conversación amena y divertida como siempre. El tiempo pasaba lento para ellos, hasta que la hora que marcaba el reloj les indicaba que ya debían retirarse para estar juntos como siempre.

Víctor quiso hacer algo distinto y la llevó a un lugar diferente, más atrevido. A ella le gusto mucho ese nuevo lugar, de hecho aumentó su excitación. La noche estaba más prendida que de costumbre y se besaron largamente con mucha entrega. Esta vez él retrasó lo que más pudo cada una de las situaciones, apaciguando el exceso de pasión para no avanzar tan rápido como acostumbraba.

Lentamente besaban cada parte de sus cuerpos que quedaba al desnudo, se veían a los ojos y aunque ella quería avanzar muy rápido, él la contenía. La giró de espaldas a él y comenzó a besar la parte trasera de su cuello, luego recorrió su espalda con sus labios, mientras sus manos rozaban sus muslos y sus caderas subiendo lentamente.

Recorría su estómago, sus pechos ya desnudos y en un inesperado acto, ella lo giró empujándolo sobre la cama y subiéndose sobre él aprisionando sus manos fuertemente. Víctor le besó su pecho desnudo, jugaba subiendo y bajando para aumentar el calor del momento, él la giró nuevamente colocándola de espaldas sobre la cama.

Comenzó a besar sus pies, alternando constantemente, entre pie izquierdo y derecho, besando sus dedos delicadamente, sus tobillos, el talón, las pantorrillas. Se acercó levemente a sus rodillas haciendo una pausa, subía los muslos de ella y veía como se excitaba más y más; saltó desde el borde de la ingle a su estómago y continuó subiendo hasta llegar a sus pechos, todo estaba muy agitado.

Ella quería que prosiguiera avanzando y él comenzó a bajar lentamente desde su pecho pasando por su estómago hasta llegar directamente a la fuente de sus deseos, invadiendo completamente su húmeda pasión. Lentamente continuó excitándola más y más hasta que ella explotara y consiguiera un orgasmo sin aún estar completamente con él.

Ella le pidió que siguiera y lentamente se unieron, haciendo ese momento la experiencia más recordada e irrepetible que habían tenido. Una experiencia que sólo esa noche podría grabar en su memoria, él usó todas las técnicas que sabía y la llevaba a tener constantes orgasmos, uno tras otro casi sin pausas.

Experimentaron todas las posiciones más intensas hasta que luego de largas horas, cuando ella pensaba que ya tenía su último suspiro, él la sostuvo con fuerza. La colocó en una nueva posición, y con movimientos suaves al principio e intensos después, comenzó a llevarla al más largo e intenso orgasmo que jamás ella había experimentado. Ella no pudo contener sus labios y se expresó con libertad por la intensidad de esa increíble experiencia hasta terminar rendida como nunca antes.

—Has sobrepasado todos mis límites —dijo ella exhausta— jamás pensé que sería capaz de llegar tan lejos con un hombre.

Y en medio de su cansancio, sus cuerpos húmedos reposaron sobre la cama y durmieron rendidos.

Víctor se levantó temprano, antes que ella despertara y sin hacer ruido se vistió; ordenó sus cosas, le dio un beso en la mejilla y se fue muy apurado...

Publicación reeditada 2013

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D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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domingo, 29 de agosto de 2010

CORAZON DIVIDIDO




CORAZÓN DIVIDIDO

Mientras el sol de la tarde cae en el horizonte y el frío del invierno se hace presente alejando a la multitud de las calles; me siento en ese banquillo de la plaza para ordenar estos sentimientos que me invaden.

Sólo pocas personas suelen experimentar esta sensación y hay quienes nunca sabrán siquiera lo que este sentimiento significa. Amar es tan complejo que multiplicar ese sentir hacia dos personas se hace difícil de explicar.

Jamás pensé que alguna vez viviría lo que otros habían experimentado; era tan incrédulo a estas situaciones, que cuando apareció sin aviso en mi vida, ya era demasiado tarde para evitarlo. Es tan profundo lo que siento que hasta me cuesta hablar de ello.

Amo a dos personas, esa es la realidad. ¿Cómo llegué a esa encrucijada es lo que deseo comprender ahora? Tal vez lo que idealmente buscaba lo encontré repartido en dos personas diferentes; quizás sólo soy víctima de mi forma simple de ver la vida.

Esa manera de ver a las personas por lo que son y lo que podrían llegar a ser, esa proyección futura aún inexistente, que a veces nubla mi real percepción de la vida.

Esos ideales personificados que me llevan a pensar que todos podemos ser perfectos.
Lentamente mientras mi corazón buscaba su complemento, terminé encontrando un pedazo de amor y locura en dos lugares opuestos; es como enfrentar el calor con el frío y pretender que son similares, a la vez que tu razón te muestra con hechos concretos, que nunca lo serán.

¿Cómo pude dejar que este sentimiento creciera tanto? Quizás es mi capacidad de entregar siempre más, la que me puso en este dilema que hoy es insostenible. Mientras las alternativas son a la vez más complejas que la misma situación, medito en la forma correcta para tomar una decisión. Me quedo con una o con la otra, continúo con ambas o decido estar solo hasta tener el control de mi vida nuevamente.

Fuere cual fuere mi decisión, mi corazón permanecerá dividido entre dos mujeres que han cautivado mi ser. ¿Pero cómo llegue hasta aquí? Quizás esa es la explicación que debo buscar, posiblemente la respuesta se encuentra sumergida en la realidad de mis acciones.

Sus similitudes son notorias, la dulce voz con que me hablan llenan con ternura mis oídos que escuchan sus palabras atentamente. Mientras sumergida en sus palabras se asoma la seducción y la pasión con la que me conquistan. Sus ojos preciosos son como estrellas en medio de la noche, que entregan su brillo sin descanso y me ayudan a navegar con rumbo a su corazón.

La fragilidad de una es la fortaleza de la otra; mientras logro ver transparentemente a través de los ojos de una sus intenciones y su veracidad; a la otra sólo la descubro excavando en su isla de misterios. La pasión de ambas expresada en su piel ha cimentado mis sentimientos y ha hecho pilares fuertes sobre los que se sostiene la base de mi amor por ellas.

He construido un castillo de arena muy cerca de la orilla y siento como las olas se acercan cada vez más. Nada detiene lo inevitable y tarde o temprano tendré que tomar una decisión. Sólo espero que sea la correcta y pueda dar descanso a mi corazón que se atormenta cada día con esta realidad.

Sin duda ambas no llegaron a mi vida al mismo tiempo, pero la ambigüedad de nuestras relaciones, dio cabida a que no hubiera una línea divisoria para otras personas.

Así mientras disfrutaba de su compañía y nuestra locura por vivir nos llevaba por sendas apasionadas, un mundo pasivo y tranquilo se asomaba por la ventana.

No quiero justificar lo que vivo hoy, sólo necesito una explicación que me permita tomar una dirección definitiva. Miro a mi alrededor y la soledad de esta plaza me entrega una tranquilidad pasajera, que acabará en cuanto deba ver a los ojos a una de ellas.

Sin duda que lo que ambas me entregan es suficiente para llenar mi corazón, y perder a una u otra es como desequilibrar esta balanza emocional. Todo podría desmoronarse y hasta es posible que no encuentre la plenitud solo en una de ellas.

¿Dónde está el límite de esta locura? Cuando me di cuenta de mis sentimientos ya no había retorno, sólo pretendí mantener la situación hasta que una de ellas optara por seguir o terminar conmigo. Pero hasta hoy ambas persisten en estar a mi lado a pesar de ser tan livianas nuestras relaciones.

Quizás ese es el secreto de este éxito aparente, si hubiera un compromiso mayor con cualquiera de ellas, la tensión de una relación no sería tan duradera. Pero como no hay ataduras ni cadenas que esclavicen estos sentimientos, el amor ha crecido con toda libertad. Cruel realidad que me sumerge cada día en un mar de incertidumbre, mientras las olas del amor me llevan de un lado a otro sin rumbo fijo.

Perdido entre las sombras de mis propios pasos, busco la salida de este bosque de confusión que llena mi corazón. Aunque mis sentimientos están claros como el cielo, amo a las dos por igual y no quisiera perder nada de ellas. Ni las alegrías ni las tristezas, ni aquello que me gusta ni lo que me disgusta; las amo como son porque las necesito en mi vida. Son una parte de mí que dolería perder en este momento.

No es egoísmo, es sólo que no podría decirle a una de ellas que ya no siento amor y que todo ha terminado, cuando esa llama esta más viva que nunca en mi corazón.

No podría mirar a una de ellas a los ojos e intentar romper esta ilusión, cuando yo mismo intento hacer crecer aún más lo nuestro; y aunque decidiera estar sólo con una de ellas, mi corazón mantendrá reservado un lugar muy especial para quien ya no esté a mi lado.

Me levanto de mi asiento con más dudas que respuestas y sigo el camino de cada día que me lleva por la misma senda una y otra vez. Que el tiempo decida lo que yo no puedo, no es una cobardía es sólo que no puedo ver hacia el futuro cuando esta muralla se me viene encima. Mientras mi corazón permanezca dividido mis pensamientos seguirán atormentándome y cuestionando mis acciones.

Quisiera olvidar esos besos y esas caricias, el tono de su voz y su melodiosa risa; quisiera escapar a un mundo donde olvidarlas y conocer alguien que sea la combinación perfecta de ellas. Donde descansar en paz mi corazón de esta tortura diaria. Sabiendo que una mañana despertaré viendo la misma cara a mi lado, aquella a quien amo, aquella que me da amor sin medida.

Pero hasta que ese día no llegue seguiré enfrentando esta realidad que me pesa; seguiré siendo amor de dos y entregando besos compartidos, caricias a medias y viviendo una doble vida que me parte el alma, por no poder decidir cual mitad de mi corazón rompería.



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D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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domingo, 6 de junio de 2010

MI VOZ SIGUE AQUI




MI VOZ SIGUE AQUI

Mi cuerpo flotaba entre mares de colores, la luz se hacía cada vez más brillante; como el sol, pero sin quemar la piel. Danzaba entre nubes de seda y arco iris luminosos, mi alma había encontrado la libertad que siempre anheló. Entonces recordé que aún no era tiempo para irme, no podía dejar este lugar; aún tenía algo muy importante que hacer. Necesitaba verte otra vez.

No sé cómo llegué a este lugar, apenas recuerdo los segundos antes de despertar aquí. Sólo sentí dolor por un instante, luego ya no sentí nada más, seguí corriendo entre las calles hasta llegar al lugar donde nos encontraríamos esa noche, pero no me viste, no me escuchaste. Tu mirada estaba fija en el horizonte y observabas tu reloj con gran preocupación. Quería gritar tu nombre pero los sonidos no salían de mi boca, quería tomar tu mano una vez más, pero me desvanecí en el aire frío de esa noche.

Ahora estoy atrapada entre recuerdos y visiones, sin saber donde dirigir mis pasos, donde comenzar este viaje. Pero no descansaré hasta que se descubra quien fue, quien es el culpable de no estar más a tu lado, de no poder tocar tu piel, de no besar tus labios, de no acariciar tu pelo; debo saber quien me apartó de ti.

Me alejo de la luz, camino hacia una niebla espesa que se vuelve cada vez más oscura, poco a poco, aparecen frente a mi las siluetas de las calles que siempre recorrí. Es de noche, la luna está oculta tras nubes pasajeras, avanzo hasta llegar a tu casa y me paro frente a ella observando la luz de tu habitación. En otro tiempo hubiera pensado que era imposible, pero ahora que lo vivo, sé que puedo atravesar las murallas y mirarte a la distancia sin que sepas que estoy aquí.

Te veo llorar mientras sostienes firmemente una foto nuestra, eso me da las fuerzas para continuar esta búsqueda hasta el final. Salgo de tu casa y me dirijo hacia la oficina donde trabajaba; tú querías pasarme a buscar allí esa noche, pero yo te pedí que me esperaras en otro lugar. Recuerdo que caminé desde la puerta del edificio hasta la esquina para cruzar, esperé la luz verde y subí por la avenida hasta la calle que lleva al parque. Siempre hacía ese recorrido, pero esa noche me detuve a pensar si sería prudente cruzar por allí ya que una niebla espesa comenzaba a bajar.

Son esos segundos donde algo en tu interior te advierte el peligro, a veces le hacemos caso; otras veces, como ese día, simplemente seguí mi camino. Entré al parque como tantas veces y seguí el sendero oriente, hasta que escuché un extraño ruido tras de mí.

Al girar vi su cara, estaba oscuro pero creo haber visto detalles que nunca olvidaré. Su mano enguantada golpeó mi cara lanzándome al suelo, intenté levantarme pero él ya estaba sujetando mis piernas; logré zafarme golpeando su cara con el taco de mi zapato. Me levanté y corrí desesperadamente, mis gritos fueron ahogados por la espesura del bosque. No sé cuanto logré avanzar hasta sentir que mis fuerzas se iban y que él me sujetaba por la cintura, me levantó en el aire unos segundos y me arrojó con fuerza a un costado del camino. Sentí el golpe en mi cabeza, un agudo dolor me invadió y cerré mis ojos.

No sé que habrá pasado después, sólo recuerdo que segundos más tarde iba corriendo hasta llegar al lugar de nuestro encuentro. Creo que en ese momento ya no estaba en mi cuerpo. Pero al hacer este recorrido nuevamente, hay detalles que no puedo olvidar, sus ojos los he visto en otro momento, su cara me parece tan familiar y el olor de su perfume, es una fragancia que he sentido muchas veces.

Volví nuevamente a tu casa esa mañana; creo haber llegado en el momento preciso, ya que un oficial de policía estaba entrando por tu puerta. Me apresuré para no perderme detalles de lo que venían a decirte y entré en el preciso momento para escuchar:

- Aún no la encontramos, recorrimos todo el parque, encontramos su bufanda y rastros de sangre pero ninguna pista de ella. Continuaremos la búsqueda pero las horas avanzan y no tenemos muchas esperanzas.

La noticia es tan desconcertante, nadie sabe nada, nadie hace nada, debo encontrar la manera de ayudarlos. Volveré a mi lugar de trabajo, quizás allí pueda ver algo que me ayude a recordar. El ambiente es desolador, las caras de todos evidencian la pena de lo sucedido. Algunos hablan entre susurros, las personas más cercanas a mí lloran, me dan ganas de abrazarlos, de abrazar a mi amiga y decirle que estoy bien, que no siento dolor. Recorro todas la oficinas y de lejos veo a un hombre con un parche en su cara, ese pálpito extraño se hace presente, esa certeza de que algo no está bien.

Me apresuro en llegar hasta él pero ya se ha ido, salió de la oficina y se dirigió a las escaleras, me aventuro a seguirlo, debo saber si es él. No puedo estar tan equivocada, esta sensación es cada vez más fuerte. Sus pasos son ligeros como el viento, baja muy rápido las escaleras hasta salir a la calle. Pero ya estoy a metros de él y esta impotencia de no poder verlo me hace gritarle:

- ¡Detente!

Él paró y se giró; son sus ojos, es su cara inconfundible y ese parche debe ser por el golpe que le di, estoy segura de eso. Él prosigue su camino al constatar que nadie le hablaba. Estoy tan sorprendida que no se qué hacer. ¿En verdad me habrá escuchado o será sólo una coincidencia? ¿Habrá sentido mi energía y mi rabia pasar junto a él?

No puedo creer que él sea el culpable de todo esto. Él había llegado a nuestra ciudad después de perder a su mujer en un accidente, o al menos eso es lo que él me contaba. Vivíamos a tres casas de distancia y varias veces me lo encontré al volver de mis salidas a correr por el parque; hasta que un día al saludarlo nos quedamos conversando. Era muy tímido y me contó cuanto le había costado adaptarse y a encontrar un nuevo trabajo.

Coincidentemente en el edificio donde yo trabajaba necesitaban una persona, así que le conseguí una entrevista. Desde el día que quedó trabajando allí, siempre me llevaba en su auto por las mañanas. No conversaba mucho, pero siempre fue muy amable, incluso en días de lluvia cuando mi novio no podía pasar a buscarme, él esperaba unos minutos más para traerme de vuelta a casa.

Vuelvo a tu casa otra vez, necesito verte, necesito estar junto a ti. Te miro incansablemente, sentado junto a la chimenea, con la mirada perdida entre las llamas. Poco a poco el cansancio te vence y te duermes en el sillón de la sala. Me acerco a ti y comienzo a susurrar a tu oído:

- Búscame, encuéntrame, sé que puedes lograrlo, yo te ayudaré a saber donde está mi cuerpo, donde lo ocultó para que nadie encuentre.

Aún es de noche y voy a la casa de mi vecino, aún hay luz en el interior, recorro todas la habitaciones sin encontrarlo; al fin descubro donde se oculta, está en el sótano. Sentado frente a una mesa, sostiene sobre sus manos un cuaderno, parece un álbum con fotos y recuerdos. Me acerco más para ver de qué se trata, para mi sorpresa contiene fotos mías y un mechón de mi pelo adherido con cinta a una de las hojas. En la medida que pasa las hojas me voy dando cuenta que no soy sólo yo. Hay muchas fotos de otras mujeres, con prendas de cada una de ellas. Guantes, pañuelos, cabellos y otras cosas personales.

No lo puedo creer, este tipo es un asesino y guarda recuerdos de sus víctimas, no fui la primera y seguramente no seré la última. Una ira incontenible hace presa de mí, sólo quiero golpearlo, empujarlo a la calle y que todos vean la clase de monstruo que tienen cerca. Tan fuerte es la energía que descargo que la luz comienza a parpadear. Él se levanta de su asiento asustado, se mueve de un lado a otro y sujeta el cuaderno contra su pecho. La luz sigue parpadeando y decide salir de ahí, no sin antes ocultar su macabro tesoro. Mueve unas tablas en el piso y coloca el cuaderno allí, luego deja caer una alfombra sobre el escondite y finalmente mueve la silla sobre la alfombra.

Vas a tu cama para dormir tranquilamente pero no te dejaré en paz esta noche. En cuanto apagas la luz y cierras los ojos, comienzo a susurrar a tu oído lo que hiciste conmigo ese día, las imágenes de mi rostro se hacen presente en tus recuerdos y la sangre en tus manos clama por venganza. Poco a poco comienzas a sudar helado, tu cuerpo se retuerce mientras las voces de muchas almas gritan en tus sueños. Das vueltas mientras continúo hablando a tu oído, mientras te atormento hasta hacerte gritar lleno de terror y desesperación.

En mí se produce algo inexplicable, es un grito interior que buscaba salir y no encontraba escape; esa energía contenida me transporta a un lugar lejano. Dejo tu habitación al verte despertar aterrado por tus pesadillas. La luz me inunda, los colores resplandecen y un aroma suave y delicado llena el ambiente. Este lugar me da paz, esa tranquilidad que perdí estando cerca de ese demente asesino, necesito volver, debo contactarme contigo, necesito decirte lo que sé.

Ya casi es de día, me acerco a tu cama antes que despiertes y susurro todo lo que he descubierto a tu oído, sé que soñarás conmigo, sé que podrás entender todo lo que te he contado. El sol ya comienza a iluminarlo todo y aún hay cosas que debo averiguar. Pero antes que salga de tu habitación tu boca pronuncia mi nombre, te veo moverte agitado, tus manos sostienen con fuerza las cubiertas de tu cama y de un sobresalto despiertas gritando mi nombre.

Sé que has visto lo que pasó, sé que pudiste verlo; cuéntalo, has que lo atrapen por favor. Te veo vestirte apresuradamente, tomas tus llaves y sales de la casa. Conduces muy velozmente por las calles hasta llegar a la estación de policía. Tus pasos apresurados te llevan a la oficina del oficial a cargo de este caso.

Tomas un poco de aire antes de contarle lo que has visto, la verdad si yo estuviera en su lugar tampoco creería lo que estás diciendo:

- Me tiene que ayudar, la he visto, he visto quien asesinó a mi novia. Ella venía por el bosque hasta que alguien la atacó desde atrás, el hombre la golpeó y ella escapó por un momento, pero él logró atraparla nuevamente...

Con tantos detalles contabas lo que habías soñado que pensaron que tú eras el asesino y que tenías un arranque de demencia; mientras te sujetaban para apresarte gritaste su nombre.

- ¡Él es su vecino... por favor atrápenlo!... ¡Investíguenlo!... ¡No se quede aquí! ¡Yo no tengo nada que ver!... ¡Yo no la maté! ¡Sólo le cuento lo que vi!...

Tus lágrimas me rompen el corazón, no puedo verte así, mirando como te colocan en una celda sólo por mi culpa. Sin embargo a pesar que te aprisionaron, una cuota de duda quedó en ellos. Tomaron sus cosas y se dirigieron a su casa. Todo el camino viajé a su lado, debo ser testigo de lo que sucederá. Hemos llegado, mientras ellos golpean la puerta yo entro para ver donde está mi vecino. Se esconde en el sótano, en silencio espera mientras la policía rodea el lugar. Ellos no pueden entrar sin una orden, sólo pueden llamar a la puerta esperando que él les abra.

Los minutos pasan sin que él se mueva, hasta que al fin la impaciencia lo invadió, camina de un lado a otro intentando no hacer ruidos. Yo sé que me has escuchado en otras oportunidades; mis susurros comienzan a causar efecto en ti. Comienzas a sudar helado, sabes que estás atrapado, sabes que no tienes escapatoria, intento colocar recuerdos en tu mente, mi cara se aparece en todos lados mientras sigues caminando de lado a lado, traigo tus pesadillas a tu recuerdo y al fin consigo que reacciones y grites:

- ¡Déjame en paz!... -mientras lanzas un vaso contra la muralla.

Sin duda eso lo escucharon, en cosa de segundos la policía entraba en la casa, mientras mi voz seguía atormentándote, sin darte cuenta has sacado el cuaderno de su escondite te abrazas a él como si fuera tu tesoro más preciado. Al fin te encuentran no hay nada que hacer, has sido descubierto, ahora diles donde estoy, diles donde has puesto mi cuerpo.

Los policías te esposan mientras sacan de tus manos la evidencia de tus atrocidades, desde el interior del cuaderno cae una llave, que hace eco en la habitación. Los policías se miran preguntándose a que pertenecerá; buscan incansablemente hasta encontrar en un rincón de la habitación una caja fuerte de enormes proporciones. Las cadenas que envuelven la pesada caja están sujetas por un candado viejo y oxidado; la llave calza perfecto con la cerradura y al quitar las cadenas una bolsa negra y mal oliente cae desde el interior. El olor se esparció por toda la habitación, todos salieron rápidamente sabiendo que ese putrefacto hedor sólo significaba un cuerpo en descomposición.

La verdad no me lo hubiera imaginado, no sólo era capaz de matar, sino también de descuartizar un cuerpo en pedazos con tal de salir impune de sus actos. No puedo resistir permanecer aquí, la amargura invade mi ser, el dolor de cada una de ellas se apodera de mí y me dejo llevar por estas corrientes luminosas, que me transportan a ese lugar de paz y tranquilidad. Sé que ya está todo resuelto, que no volveré a verte hasta el día en que deba partir a esa luz que me espera.

Pero necesito verte una vez más y vuelvo a ti el día de mi funeral, la tarde está oscura, algunas gotas de lluvia han caído durante la mañana. La hierba húmeda deja sentir una helada brisa, mientras las caras tristes llenan esta reunión que lleva mi nombre. Veo tus ojos llorosos despedirse de mi fotografía y tus palabras apenas salen de tu boca. No quisiera partir y dejarte solo aquí, pero es la realidad que nos tocó vivir. Muchos dirán que estuve en esta vida sólo un momento y luego me fui, pero yo les digo que aunque mi cuerpo no permanezca, mi voz sigue aquí; en cada recuerdo, en cada palabra, en cada nuevo amanecer. Seré la luz que acompaña tus sueños, seré el latido que acompaña tu caminar.



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domingo, 23 de mayo de 2010

EL SABOR DE LA NOCHE




EL SABOR DE LA NOCHE

La suave brisa del mar mece tus cabellos alborotados, mientras el murmullo de las olas saluda a la distancia la silueta de tu cuerpo recostado junto al mío. La tarde avanza lentamente mientras nos besamos y las horas corren mientras tus labios tocan mis labios ansiosos de ti. Mis manos recorren tu piel húmeda por la brisa marina, mientras tus ojos se pierden en mi mirada y mi aliento se lo lleva el viento hasta cobijarse rendido ante el dulzor de tus labios.

Hemos decidido esta noche unir nuestros deseos contenidos, hemos esperado este momento por muchos días y finalmente hoy sucederá. Por un instante nos alejamos para preparar nuestro encuentro nocturno. Con paciencia he buscado el sabor especial con el cual comenzar la velada; una textura seductora que te encamine, una mezcla perfecta para iniciar nuestra noche de pasión.

Las horas han caído rendidas ante la loca carrera del tiempo y las luces de la ciudad se han hecho presente para alumbrar tu camino. Al fin tus delicadas manos tocan suavemente mi puerta y salto ligero para recibirte. Esta noche la luna esta dormida y es preciso no despertarla. Las estrellas son testigos silenciosos de tus pasos, mientras mi corazón late con más fuerza al mirarte.

Besas mis labios peligrosos y enciendes la pasión de mi piel que ansiosa te esperaba, mis brazos te enlazan con firmeza queriendo retener por siempre este momento eterno de pasión. Es necesario detener por un instante el calor de nuestros besos, aún no es tiempo para navegar en la locura.

Me alejo levemente ofreciéndote una pausa y un respiro, para volver a ti con un sabor del verano que estoy seguro no resistirán tus sentidos. El aroma ya inunda la habitación por completo, mientras tus labios se humedecen al ver su intenso color.

El frío recipiente se posa en tus tibias manos mientras nos sentamos a la orilla de la cama con total naturalidad. Mis frías manos rozan tu hermosa cara mientras miro tus ojos impacientes y temerosos, ansiosos por lo que vendrá.

Una combinación de blanco y rojo llega a tu boca, es la primera prueba de ese sabor intenso. Dulce y ácido se mezclan en tu boca, lo frío y lo jugoso intentan confundir tu paladar, pero tu lengua reconoce cada sabor que se sumerge entre tus labios sedosos.

El frío y suave helado de piña se mezcla con el dulce y aromático sabor de las frutillas, la textura rápidamente se deshace detrás de tus labios y te lleva velozmente en un viaje de placer. Tus ojos se pierden en los míos mientras nuestras bocas juguetonas comienzan a compartir los sabores entre si. Me acerco suavemente a tus labios y dejo escapar una dulce frutilla hacia tu boca que la recibe como un nido a su paloma.

El calor comienza a derretir lo que queda del helado, dejando escapar su dulzura por el borde de tu piel. Mi boca ardiente olvida el refrigerio que consumía y recorre tu cuello para saborear tu dulzor. Mientras con mis manos, deslizo la última fruta roja y madura en tu boca que se pierde en la locura del sabor.

Tus manos rescatan el calor de mi cuerpo y comienzan a sentirse vivas y ligeras nuevamente. Mi boca despega hasta tu boca y tus ojos llenos de pasión comienzan a cerrarse mientras te beso intensamente. El esperado momento comenzaba a encender la habitación luego de la dulce y fría pausa de nuestras bocas.

Ahora tus ropas caen ligeras mientras recorro tu espalda desnuda y tus manos destapan mi torso ardiente. Mis labios aún fríos comienzan a recorrer tu pecho, mientras despojas la capa de algodón que envuelve mi piel. Mi boca ansiosa recorre montes y praderas hasta perderse en tus caderas y entrar al valle que la luna no ilumina. Tu boca deja escapar el gemido de la pasión que se desprende de tu alma, mientras intentas sujetar mi espalda, tocar mi pelo y sostener mi cabeza que se pierde en tu deseo.

Ya es tarde para detener mi viaje y tu aliento se escapa lentamente en el silencio de la noche. Giras sobre mí para hacer el mismo recorrido, desde mis labios hasta mi cadera atravesando las praderas; tu boca encendida baja lentamente cada centímetro de mi cuerpo y se desliza con delicadeza hasta tocar la línea de mi deseo.

Mi boca no retiene los gemidos de mi alma y mi piel se fusiona cada vez más con tus caricias. Sólo quiero mantener esta noche eterna y perderme en ti. Te acerco a mi cuerpo y beso tus manos que aún llevan el aroma de las frutillas y el sabor de su sabroso corazón. Tu cuerpo se une al mío en esta danza tan esperada, nuestros deseos se fusionan en bailes y gemidos que rompen el silencio de la habitación.

No hay tiempo para pausas, no hay momentos de descansos al son de esta canción; el corazón late con fuerza y la sangre fluye con impaciencia llevándose el aliento de nuestras bocas. Siento tus manos sujetándose con fuerza en mi espalda y el vértigo de nuestros movimientos derraman voces sin sentido. Tus piernas entrelazadas con las mías, se liberan de una vez de este placer contenido en un gemido eterno de éxtasis.

La noche silenciosa hace eco de las voces del amor y esconde su rostro tímido de la silueta de los amantes. Hasta que en un soplo de libertad, nuestros cuerpos caen rendidos sobre este lecho de pasión.

Tus ojos brillantes se pierden nuevamente en mi mirada y tu agitado palpitar vuelve lentamente a su ritmo normal. Tu aliento reposa por unos minutos de la agotadora danza de placer y mis manos recorren suavemente tu piel mojada mientras me miras tiernamente a los ojos intentando decir palabras que se pierden sin nacer.

Descansamos por un instante sabiendo que la noche avanza sin piedad. Tu dulce boca besa mi cuello descubierto y reclinas tu cabeza sobre la almohada que se llena de tu perfume, mientras mis sedientos labios no pueden esperar a beber de ti otra vez.

La impaciencia rompe mi cansancio y comienzo el recorrido por los paisajes ya descubiertos por mi boca. Centímetro a centímetro avanzo por tu suave piel tocando con mis dedos sutilmente esos puntos que te hacen explotar de pasión. Enciendo nuevamente con delicadeza tu piel y tu boca deseosa que captura mis labios haciéndolos prisioneros otra vez.

Nuestros cuerpos danzan escondidos de la luna, mientras las estrellas ya no miran nuestra desnudes; te tomo en mis brazos y me vuelvo uno contigo. Mis manos se pierden en tu cuerpo menudo, mientras tus labios se empapan de mi ser y tu aliento nuevamente se pierde en el calor de la habitación.

La noche estalla ligera cuando coloco mis manos en tus caderas y llevo el ritmo de nuestra danza a una velocidad que hace estallar tu deseo. Mi espalda mojada se recuesta sobre la cama mientras tu torso desnudo flota libremente al viento de la noche. El ruido de mi boca se pierde entre las voces del mar que a lo lejos estalla entre las rocas.

La explosión de placer que nos inunda y que nos fatiga, se extiende en la estela de la brisa que nos hace perder la cordura y nos consume en este gemido hasta perderse en la oscuridad. Mis manos recorren por última vez tu espalda, mientras te recuestas a mi lado, cansada y con tu piel mojada que recobra lentamente su color.

Mientras no dejo de besar tus labios de miel, los minutos van pasando rápido y quisiera retenerte junto a mí hasta el amanecer. Antes de partir te pido que compartas conmigo los últimos frutos de la noche que quedan para nosotros. Coloco en tu boca estas pequeñas culpables del placer que hemos vivido, y que su textura inunde tu paladar mientras su sabor sella el recuerdo de esta locura.

Aunque duermas lejos de mí esta noche, espero que su perfume acompañe tu piel y traiga a tu memoria este primer encuentro. Mientras te visto nuevamente en capas de algodones, recuerdo la textura de tu cuerpo danzando junto a mí y siento en mi boca nuevamente la dulzura de tu piel que se mezcla con los frutos de nuestra pasión.

Tu perfume se queda en mi habitación mientras tus pasos se alejan lentamente de mi ventana. Aún percibo en la distancia tu esencia, tu deseo y tu pasión. El sabor de nuestro encuentro será imborrable en mi piel y en mis recuerdos, porque el sabor de esta noche se impregnó en mi corazón.


Publicación reeditada 2010

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D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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lunes, 10 de mayo de 2010

DULCE Y AMARGO EN EL CORAZON



DULCE Y AMARGO EN EL CORAZÓN

Deseaba tanto venir a decirte lo que nunca pude al final, estaba cansado de ser condescendiente contigo y todo lo que necesito ahora, es liberarme de todos estos pensamientos como solía hacerlo antes. Muchas noches pensé en ti, buscando entre las luces del cielo esa estrella que me guiaba hasta tu casa, esa luz que me recuerda el rumbo que mis pasos seguían hasta llegar a tus brazos.

Pensaba en tus besos de terciopelo, suaves como la seda, que mojaban mis labios secos de amor por ti. Recordaba cada instante, cada sueño, cada adiós; que aunque duros fueron, siempre supimos que estaríamos juntos otra vez. Pero ahora no hay nada que podamos hacer, no somos los mismos que solíamos ser.

Perdóname pero sólo vine a decirte la verdad, es el momento de enfrentar que todo se acabó. Soltar de una vez tu mano y continuar por caminos separados. Mira las cicatrices de mi corazón y las espinas a su alrededor, todo se ha ido y permanece lejos sin necesidad de pelear. Lo que ahora quiero es continuar libre, sin sombras ni cadenas tras de mí.

Quiero permanecer lejos a pesar que me encuentre tan cerca de ti; sé que son palabras duras de oír, pero perdóname, es lo que siento en este momento. Es la única manera de atravesar tu armadura que me impide llegar a tu corazón; no quiero seguir y seguir dándole vueltas al asunto, sólo quiero dejar cerrado el capítulo que nos ha tocado vivir.

A veces hemos buscado olvidarlo todo, a veces me hiciste mantener viva la fe, pero lo que nunca había visto, es la manera en que las cosas han cambiado. Sólo recuerda cuan lejos estuvimos y lo mucho que te busqué para tenerte de vuelta junto a mí. Ahora sólo recuesta tu cabeza nuevamente y sigue soñando, que algún día te darás cuenta que fueron sólo fantasías llevadas por el viento.

Muy profundo en mi corazón intento encontrar un lugar para este amor; no es fácil, pero deseo guardarlo en un rincón especial, sólo para mí. A pesar de todo este tiempo que perdimos por perseguir un sueño, nada se olvidará; caerá la lluvia y se llevará todo lo demás como un llanto silencioso, pero no tocará lo que guardo de ti.

Tal vez no era nuestro destino, aunque al parecer tú has encontrado el tuyo, ahora yo intento encontrar uno para mí. Me paro frente al espejo queriendo ver mi corazón, intentando ver mi alma, pero a través de mis ojos sólo veo un amor que muere. Cuando la pena te golpea tan profundo, que intentas seguir adelante sin fuerzas para luchar, sin una mano para sostener; ahí comprendes realmente que toda historia tiene su final.

La vida pasa y me doy cuenta que todo el tiempo que tuvimos no volverá otra vez. Casi no puedo esperar por el mañana, sólo sé que no puedo arrastrar más cosas del ayer, ahora puedo ver una luz detrás de mí que me coloca en el camino correcto. Aunque por mucho tiempo permanecí en las sombras, pienso que ahora no nos encontraremos otra vez.

Sé que tienes algo que decir, sé que dondequiera que estés quisieras hablar; pero has cerrado la puerta y me has dejado partir. Sólo intento hacerte recordar, intento hacerte ver que esos momentos permanecen como las estrellas y a veces pienso que si los caminos se cruzaran, podríamos encontrarnos otra vez.

El anochecer me da esperanzas incluso si tú no estás aquí, recuerda lo que hemos compartido hasta ahora, esos recuerdos luminosos de un amor que se va. Pero como una sombra estaré cerca de ti, en tus sueños, tras esas cortinas de recuerdos. Aunque ahora estés muy lejos, no importa porque permanecerás siempre en mi corazón y un abrazo saldrá de mi alma cada vez que pienses en mí.

En la distancia verás mi luz llegar a ti y cobijarte cada vez que recuerdes mi nombre, sentirás mi calor envolverte con cada pensamiento que te lleve a nuestro pasado. Esas noches juntos donde tu piel encendía mi piel y mis labios recorrían tu ser, sentirás mi perfume y mis caricias en la soledad de tus deseos y en lo profundo de tus recuerdos.

No veo estrellas fugases esta noche, quizás todo lo que yo esperaba estaba equivocado y todos los sueños ya se han ido; quizás fui el único que lo deseaba. Ese verano que tiñó todo de rojo, al final se desmoronó; se llevó ese calor, se llevó mi amor, se alejó como las hojas que caen secas con el viento.

Cómo poder continuar ahora, si esa era la esperanza que me mantenía vivo y que me daba fuerzas para mirar hacia el horizonte buscando tu silueta. Ahora este silencio me hace sentir tan inseguro, tan seco por dentro. Mis brazos esperan sin respuesta, mis ojos no encuentran el rumbo en este mar de desamores, como barcos sin viento que lleven sus velas, así mis pasos vagan sin destino.

Sólo vine para decirte lo que guardaba en mi corazón, pero termino avivando lo que algún día pensé que había muerto. Sólo siento el frío sin tu presencia y veo como los colores de este amor se desvanecen. No hubiera parado de intentarlo si hubiera sabido que quedaba una esperanza, sacrifiqué todo, expuse mi corazón, pero me vi forzado a huir.

Cambiaría muchas cosas si pudiera volver el tiempo atrás, cambiaría todos mis errores sólo por vivir nuevamente esa locura. Eso que logró unirnos sigue aquí como una luz entre nosotros, como un faro que te indica el camino en medio de la niebla. Cuando sientas que has perdido tu rumbo me verás brillar en medio de tu oscura noche.

Si todo fue en vano lamento haberte despertado de tu sueño; no puedo negar que tenía miedo, pero que conseguí vencer ese temor y volver. Puedo sentir otra vez que esperé mucho por las respuestas, ahora es tiempo de pararse y caminar, viajando solo, recorriendo el mismo camino que me trajo hasta aquí. Sintiendo en mí el dulce sabor de tu recuerdo y llevando en el corazón la amargura del adiós.


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D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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sábado, 1 de mayo de 2010

MI AMIGA NEPENTHES




MI AMIGA NEPENTHES

Anoche fue una noche muy difícil, apenas pude conciliar el sueño algunas horas y esta mañana los ojos se me cerraban a cada instante. He tenido que ir al baño muchas veces a mojarme la cara para espantar el sueño y cada vez que me miro al espejo, veo como estas ojeras crecen y crecen sin medida. Las horas pasaban lentas y lánguidas, creo que ha sido uno de los días menos productivos de toda mi vida. Aún así he logrado realizar algunas planificaciones y cerrar algunos informes que siempre resultan ser tan tediosos y complicados.

Pero pasado mediodía, mi cabeza tambaleaba una y otra vez frente al computador, casi rindiéndose por el sueño; ya no había forma de espantar el cansancio y el sueño que me envolvía. Sin duda hoy ha sido uno de los días más difíciles de sobrellevar. No siempre he tenido problemas como se han presentado hoy y como si fuera poco, mi jefa ha sido toda una pesadilla en estos días, seguramente porque mañana es su cumpleaños.

Con todo aquello era casi justificable que colocara mis brazos frente a mí y recostara mi cabeza sobre ellos para descansar un momento. Lo que no se justifica es haberme quedado profundamente dormido en esa posición. Estaba todo tan calmado a esa hora, el silencio era absoluto. Me encontraba solo, ya que mis compañeros de oficina recién habían salido a almorzar y no regresarían hasta dentro de una hora. Lo insólito fue lo que sucedió después, algo que jamás olvidaré.

Sentí que me incorporaba lentamente de la cómoda posición de descanso que había tomado. Estiré los brazos y bostecé profundamente como no lo hacía hace mucho tiempo, fue una sensación muy reconfortante. Mi oficina estaba oscura y levemente iluminada por las luces de otras habitaciones, sin embargo, también estaba oscuro al exterior de las oficinas. Por un momento pensé que había dormido toda la tarde sin darme cuenta y que la noche ya había llegado.

Caminando por los pasillos no encontré a nadie, tampoco había personas en las salas de reuniones. Todo estaba desierto, pero pude ver que los computadores en cada oficina aún estaban encendidos. Seguí caminando por el pasillo y me detuve frente a los casilleros, saqué de mi bolsillo una llave y procedí a abrir el mío.

En el interior había una pequeña planta, con hojas sedosas en la base y un tallo firme que se elevaba firme hasta llegar a un capullo rojo muy llamativo. Era tan atractiva su forma y su color que nadie jamás hubiera pensado que se trataba de una especie de planta carnívora. Esta especie de la familia de las Nepenthes, tenía la particularidad de crecer sin medida y cuando ya eran adultas tenían enormes capullos que se descolgaban del tallo en forma de bolsitas de color rojo.

Claro que había algo más especial en esa peculiar planta, por semanas yo la había alimentado con carne impregnada con el perfume que usaba mi jefa. Y aunque devoraba insaciable cada bocado que yo le daba, aún era demasiado pequeña para ser realmente peligrosa.

Al día siguiente era el tan esperado cumpleaños de mi jefa. Todos habíamos concertado en hacerle un lindo regalo a pesar de ser tan antipática con nosotros. Cada uno puso una cuota en dinero para ello y obviamente yo había sido el encargado de organizarlo todo; pero nadie sabía cual era la sorpresa que le regalaríamos.

Temprano por la mañana cuando todos ya hubieron llegado, era el momento preciso para celebrarlo. Primero que todo le entregamos una linda caja que contenía su perfume favorito; con ello yo me aseguraba que la fragancia con que había alimentado a mi amiga Nepenthes, estaría siempre cerca de ella.

Luego la secretaria le hizo entrega de la hermosa planta con capullos rojos, la que inmediatamente causó suspiros de admiración por su belleza. El asombro que mi jefa evidenció fue muy satisfactorio para mí; sabía que la planta le había gustado y que la cuidaría con total dedicación.

Su amplia oficina le permitía mantenerla en ella sin problemas y cada día la veíamos cuidándola y sacudiendo sus sedosas hojas como si fuera una verdadera mascota. Todos los días sin falta a la hora de almuerzo, cuando todos habían salido, yo aprovechaba para entrar a su oficina y seguir alimentándola con trozos de carne impregnadas de su perfume.

Las semanas pasaron y su tamaño aumentaba notoriamente cada día, lo que llenaba de orgullo a nuestra jefa que nunca sospechó el peligro que albergaba en su oficina. Muy por el contrario, cada vez que podía invitaba a alguien para mostrarle lo hermosa que estaba y lo apreciado que era para ella ese regalo.

Algunos de mis compañeros comenzaron a sentir envidia de mí, por haber elegido tan lindo obsequio. Sin embargo siempre les obligué a mantener el secreto de quién había sido el que lo eligió; y por más que ella preguntaba incansablemente, nunca nadie dijo nada.

Ya habían pasado un par de meses y la planta había sido cambiada varias veces de maceta para poder contenerla. Sus hojas siempre brillantes y sedosas relucían desde lejos. Mientras sus tallos gruesos y suaves, se elevaban casi hasta el techo soportando el peso de los hermosos capullos rojos en sus extremos.

El tamaño colosal que estaba adquiriendo, era comparable a esos gomeros de interior que crecen hasta cubrir toda la esquina de una habitación. También debía ser más cauteloso en la forma en que la alimentaba, ya que uno de los capullos medía casi un metro de largo.

Hasta que una mañana después de pasar más de una semana sin que la hubiera alimentado, mi amiga Nepenthes decidió alimentarse por sus propios medios. Primero se escuchó un grito desde la oficina de mi jefa. Al correr todos para ver de qué se trataba, sólo podíamos ver su cuerpo colgando desde el interior de uno de sus grandes capullos.

Ella ya no se movía y por más que intentaron abrir el capullo, era imposible ganarle a esas sedosas y fuertes mandíbulas. Como medida extrema, alguien decidió golpear el tallo de la planta hasta llegar a quebrarla; fue la acción más ridícula, desesperada e infructuosa por doblegarla. Su fuerte estructura resistiría cualquier intento por doblegarla ¿Podría una planta así sentir dolor?

Largos minutos pasaron y habían intentado de todo para poder sacarla del interior de la planta. A ese momento ya habían llegado los paramédicos, los bomberos e incluso la policía. Finalmente después de mucho esfuerzo de todos, fueron los bomberos los que lograron desprender el capullo del tallo y liberar a nuestra jefa. Lamentablemente ya era demasiado tarde, los líquidos viscosos del interior del capullo la habían ahogado.

La conmoción era tremenda, todo se tornó en caos y confusión; llantos y gritos de desesperación. Hasta que las preguntas apuntaron a quién era el responsable de haber traído esa planta exótica a nuestra oficina. Primero se generó un murmullo suave y constante, luego sentí como las miradas de todos comenzaron a centrarse en mí.

La habitación se tornaba oscura y el espacio se me hacía infinito. Una a una todas las personas en la habitación se volteaban para mirarme, levantaban sus manos apuntándome con sus dedos, desde lejos se escuchaba mi nombre:

—Miguel.., ¡Miguel!..., ¡Miguel!...

Una y otra vez, más y más fuerte se escuchaba mi nombre... El cuerpo sin vida de mi jefa se levantaba en el rincón, apuntando con sus manos llenas de los líquidos viscosos y amarillentos del capullo.

—Miguel.., ¡Miguel!..., ¡Miguel!...

El sonido de mi nombre retumbaba en la habitación hasta que desperté sobresaltado y mi jefa estaba de pie justo a mi lado, con ese odioso gesto de malestar que me exaspera.

Al levantar mi cabeza, tenía las líneas de la costura de mi camisa dibujadas en mi cara y la forma del botón de la manga marcada en plena frente. Mis ojos somnolientos y una enorme mancha de saliva en mi antebrazo que se estiraba hasta mi boca.

Las risas de mis compañeros de oficina se escucharon inmediatamente cuando me levanté, ella se había encargado de convocarlos a todos para que me vieran dormir. Jamás me había sentido tan avergonzado en mi vida, sentía como mi cara se había puesto de color rojo tan intenso como el capullo en mi sueño, ni siquiera fui capaz de decir algo.

Este era el día más horrible de mi vida. ¿Por qué algunos sueños no pueden ser reales? Qué daría porque mi amiga Nepenthes fuera real y me tragara en este momento, lamentablemente hay cosas que sólo suceden en los sueños.


Publicación reeditada 2013


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D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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domingo, 25 de abril de 2010

CICATRICES EN EL CORAZÓN



CICATRICES EN EL CORAZÓN

Aún no sale el sol pero ya estoy levantado junto a tu cama; te ves tan linda durmiendo, que no podría despertarte de ese bello sueño, estas tan dulcemente descansando sin saber que te estoy dejando; aunque en mi mente ya me he ido. Di lo mejor de mi para que esto funcionara, pero en mi interior siento esta gran urgencia de partir.

Te contemplo tranquilamente, observando como tu respiración mueve tu cuerpo; sólo espero que no despiertes ahora y me veas ahí sentado junto a ti. Se que cuando despiertes maldecirás mi nombre, pero con el tiempo espero que cuando pienses en mi, recuerdes como solía ser, recuerdes los buenos tiempos, recuerdes que siempre te cuidé y sobre todo recuerdes la forma en que te amé.

Siento que seguirás por siempre en mis sueños, en cada respiro, en cada atardecer y aunque te extrañaré cada día al despertar, se que estarás mejor cuando me haya ido. Tu tienes la capacidad para enamorarte nuevamente, sólo lamento la forma en que esto llega a su final.

Levanto mi bolso y te doy la espalda rogando que no despiertes hasta cerrar la puerta, al salir por el umbral, veo la luz del sol llegando lentamente y se que no es un buen momento para contemplar el amanecer, es momento de partir. No estoy escapando de mi pasado, porque los buenos momentos y las cosas bellas permanecen en el recuerdo; pero ahora correré tan rápido como pueda antes que el sol de la mañana ilumine tu rostro y tus ojos vean el vacío que ha quedado en tu cama.

Continuaré corriendo aunque el camino nunca termine, sin importar de donde vengo y donde he estado, sólo necesito saber hacia donde voy. El precio que pagaré y el amor que he dejado atrás permanecerán en mi mente todo el camino y aunque nunca estaré seguro si he ganado o he perdido, sólo se que no volveré.

Dejo atrás el amor que me has dado, también esas lágrimas derramadas por mi; no quería lastimarte con mi partida, pero dentro de mi se que no soy lo que necesitas a tu lado. ¿Puedes decirme dónde se ha ido el amor? ¿En qué momento esto sucedió? Una noche más se va y otro día comenzará sin tener nada que decirnos; nadie está en lo correcto y nadie está equivocado, hemos dejado de discutir y de pelear, hemos dejado de luchar. Los sentimientos están fuera de nuestro alcance, se escapan entre los dedos como un castillo de arena junto al mar; atrás quedaron los días cuando te prometí la luna y las estrellas, ahora esa promesa eterna se esfuma lentamente.

¿Puedes decirme dónde se ha ido el amor? ¿Dónde están esos sentimientos que solían ser tan fuertes? No puedo decirte cómo continuar, sólo se que ese amor se ha ido. No puedo escuchar las palabras que me dices, aunque estuvieras tan cerca que sintiera tu respirar; ahora estoy demasiado lejos recorriendo este camino sin final.

No puedo ver lo que hago realmente, soy como un ciego buscando las razones que no consigo encontrar. Puedo recordar todos los detalles de nuestro amor, desde el día en que te conocí hasta los minutos recientes junto a tu cama. Pero es tiempo de enfrentar nuestra realidad, esa verdad que hiere tanto, que penetra hasta los huesos, que llega a hasta el centro del corazón.

Me sentía tan bien al caminar junto a ti esos días de verano, pensaba que esto sería eterno y que nunca nada nos separaría. Se sentía tan bien saber que habías encontrado el camino a mi corazón y que tenías la llave para entrar en él. Siempre hemos querido lo mejor el uno para el otro, por eso creo que mi mejor regalo ahora, es darte la libertad de vivir como quieras hacerlo, pero sin mi. Ahora corro lejos, muy lejos de ti, hacia el único lugar donde comienza la soledad y la esperanza termina. Podría ver tus brazos abiertos recibiéndome si decidiera volver, pero estaré muy lejos cuando decida mirar atrás.

No me reconocía a mi mismo en esta habitación compartida, me sentía tan frío y perdido, que era necesario salir de estas cuatro paredes para encontrarme otra vez. Si hubiera querido permanecer contigo tendría que cambiar mi corazón, pero esta todo dicho y todo hecho, sólo espero no tener que decir que otra vez me equivoqué. Cuando llegaste a mi, me llenaste completamente; no hay dudas que te necesitaba más que a mi vida y aunque quisiera correr de vuelta a tu lado, al único lugar donde comienza la esperanza y termina la soledad, aunque quisiera correr directo a tus brazos otra vez, ya estoy muy lejos y no puedo volver.

Ahora navego a través de aguas tormentosas, en medio del mar abierto de la soledad, nadie sabe mi destino y a la distancia sólo se ve un horizonte oscuro; pero le miento a mi corazón diciéndole que es la tierra de los sueños donde reposaré mi alma de este viaje. Quizás llegaré a puerto mañana, tal vez no vea tierra nunca más; pero me tomaré mi tiempo para recorrer este camino, para volver a soñar otra vez. Es ahora o nunca, extenderé mis alas y volaré tan alto como pueda y si no pudiera volar, navegaré por siempre hasta pasar más allá del horizonte.

No me esperes de vuelta en casa esta noche, porque no tengo nada más que decir, no hay nada que podamos hacer; es necesario que me vaya porque este amor moribundo acaba de morir. Entré en la tierra de la soledad que me mantiene lejos de ti, sólo déjame saber que no me esperarás, porque ya no necesitamos tiempo, ya no hay nada que resolver.

He visto el amor llegando a mi vida muchas veces, también como se ha ido de una vez; sólo cierra la puerta con llave, porque esas heridas cerrarán también y el dolor desaparecerá como las líneas que escribes en el mar. El amor se puede convertir en odio para los amantes, sólo quiero que sepas que no te dejo por alguien más. Sólo sigo corriendo para que no atrapes mi corazón, por mucho tiempo ataste mis sentimientos hasta sentirme prisionero de tu piel. Yo fui tuyo y tu fuiste mía y nos prometimos la vida hasta el fin de nuestros días. Pero hoy antes que despiertes me habré ido, antes que te des cuenta ya todo se habrá terminado.

Despertarás esta mañana sintiéndote triste y perdida, mirarás alrededor y en tu cama fría, te sentirás llena de recuerdos pero tan vacía. Seguirás pensando que todo es una mentira, seguirás negando esta verdad. Pero no llores cuando veas que no volveré a tus brazos nuevamente, sólo cree en mis palabras, porque una nueva historia acaba de empezar. No preguntes por qué, tu conoces la razón; sólo intenta comprender que encontrarás un nuevo amor. Mientras nos volvemos como extraños, dejando sólo cicatrices en el corazón y yo me convierto en la sombra que desaparece cuando la ilumina el sol.




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lunes, 5 de abril de 2010

SOBREVIVIENTES DE UNA NOCHE DE VERANO




SOBREVIVIENTES DE UNA NOCHE DE VERANO

Ese verano será difícil de olvidar para muchos, aquellos recuerdos disfrutando del sol en una playa, los paseos al aire libre por el campo o escalar la grandeza imponente de las montañas, pasarían a ser sólo imágenes lejanas de un instante que se pretende olvidar. Las vacaciones para muchos ya estaban terminando y los niños ya tenían en su mente la próxima temporada de clases. Ese último fin se semana de Febrero, eran para muchos las últimas horas de las vacaciones y había que disfrutarlas al máximo.

Por eso esa tarde Pablo después de salir de su trabajo, recorría el supermercado con un carro comprando víveres y tragos para la fiesta que tendría con sus amigos esa noche en su departamento. Siempre es bueno reunirse con amigos, una buena conversación y disfrutar de la buena compañía y qué mejor que un viernes para despedir una semana de trabajo y alistarse para despedir el verano.

En los terminales de buses de Santiago se vivían las dos caras de la moneda, por un lado los bronceados viajeros que regresaban de sus vacaciones con la mirada baja y los pensamientos nostálgicos por dejar atrás otro verano. Por otro lado aquellos que esperan hasta la última semana de Febrero para salir, con sus caras cansadas por el arduo trabajo del año y que sólo esperan encontrar pronto pasajes para llegar a su merecido destino de descanso. Pero un grupo no menor de personas tenía como destino el litoral central. Esa noche como toda la semana el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar tendría una nueva jornada y muchos de los que viajaban tenían por objetivo ir a ver a sus artistas favoritos. Mientras tanto en otro lugar de la ciudad, Oscar y su esposa sólo se contentarían con verlo por la televisión; sus días de vacaciones ya habían terminado y no tenían otro panorama para esa noche.

Las horas avanzaron fugaces después que el sol se perdió en el horizonte, una semana laboral más había terminado y el mes se iría en breve del calendario. El calor del día aún se prolongaba durante parte de la velada, mientras las calles eran visitadas por los vividores nocturnos. La madrugada del sábado estaba en su punto más alto para algunos, aunque aquellos que trabajan duro durante la semana a esa hora ya estaban durmiendo. El festival de Viña también había bajado el telón más temprano de lo que muchos pensaban. Mientras los que aprovechan los días al máximo estiraban las horas de distracción. El viento suave invitaba a caminar por las calles mientras la luz de la luna iluminaba con toda su hermosura los pasos de los noctámbulos.

Tres y media de la madrugada del sábado 27 de Febrero; el ruido y el silencio de la ciudad se mezclaban con un aullido silencioso que se tornaba cada vez más fuerte. Los perros inquietos comenzaron a moverse de un lado a otro, mientras los más asustadizos alzaban su llanto agudo en la oscuridad. De pronto un silencio sepulcral y un angustioso presentimiento se hizo sentir; un leve movimiento comenzó a gestarse desde lo profundo de la tierra, casi imperceptible al principio, como una serpiente sigilosa acercándose a su presa.

En plena ciudad Pablo y un grupo de sus amigos compartían la noche alrededor de la música y unos tragos. El cuarto piso de su departamento dejó sentir el leve vaivén que mecía suavemente la ciudad, algunos de sus amigos se detuvieron un momento esperando que el movimiento parara, otros acostumbrados a los frecuentes temblores le dieron poca importancia.

Pero la situación lejos de calmarse se extendió más de lo normal, uno de ellos comenzó a mecerse al ritmo del vaivén riendo nerviosamente y expectante. En cosa de segundos la intensidad del movimiento aumentó drásticamente y los primeros gritos de desesperación surgieron junto al ruido que los objetos hacían al caer alrededor. Las luces comenzaron a parpadear y el sonido del subsuelo ya era notoriamente mayor a cualquiera que se hubiera escuchado antes. La ondulación de la superficie comenzó a mover los pesados muebles llenos de loza y la quebrazón no se dejó esperar. En algún momento alguien gritó:

— ¡Abran la puerta!

Pero antes que alguno se animara a moverse hacia ella, la tierra envió un remesón que los dejó a todos a medio caer; uno tras otro los fuertes embistes evitaban que se mantuvieran en pie. En ese momento las luces parpadearon más fuerte, los sonidos se hacían confusos, como un zumbido acallado por los gritos de la multitud, mezclado con el aullido de perros y el sonido de las alarmas de los vehículos. De pronto las luces de toda la ciudad se apagaron y los gritos se multiplicaron. A través de las ventanas se veían los relampagueantes destellos azulados que iluminaban intermitentemente el cielo de la noche.

A varias cuadras de allí Oscar vivió todo de manera muy diferente. Él y su esposa estaban durmiendo cuando el estruendo subterráneo se hizo presente; al principio con un leve movimiento que los puso de aviso. Paulatinamente la tierra estremeció su departamento en el piso diecisiete. Los muebles comenzaron a caer uno a uno, las cosas más pesadas eran sacadas de sus lugares como hojas sopladas por el viento. Vasos y otras cosas frágiles cayeron por el piso haciendo de la única ruta de salida un peligroso recorrido. Ellos intentaron llegar a la puerta pero a esa altura el vaivén del edificio los llevaba de un lado para otro sin poder mantenerse en pié.

Las luces de la ciudad comenzaron a apagarse, mientras desde la altura, se veían los destellos en el horizonte; el cielo se iluminaba de colores verdes, celestes y morados relampagueantes. Mientras el estruendo de la tierra moviéndose como alfombra sacudida al viento, se escuchaba desde la altura de la construcción. Cada vez más fuerte se tornó el movimiento, tanto que ambos cayeron al suelo abrazados de espanto. Mil cosas pasaban por su mente, él intentaba calmar a su esposa quien presa del pánico, temblaba impotente al ver que estaban tan alto y sin poder escapar. Miles de pensamientos pasaban por tus cabezas en esos momentos, miles de caras para acordarse en medio de la crisis.

Mientras tanto a quinientos kilómetros de allí, tres y media de la mañana; la apacible noche no presagiaba lo que comenzaría en breves minutos. La frescura de la madrugada se hacía sentir junto a la brisa húmeda del mar. A lo lejos el golpe de las olas entró con el ritmo habitual a la bahía iluminada por la luz de la luna que se encontraba en lo más alto. La mayor parte de la gente ya estaba durmiendo. De pronto un repentino ruido subterráneo fue tan intenso que sorprendió a muchos a medio dormir. En breves segundos, el ruido fue seguido por el movimiento oscilante más intenso que se había sentido en décadas. Pocos alcanzaron a levantarse antes que fuera totalmente imposible caminar, algunos alcanzaron a bajar las escaleras y salir a la calle. Mientras en un céntrico edificio, el estruendo de la tierra rápidamente se confundió con el desliz de los cimientos de la construcción. Los aullidos y gritos de la multitud escondía el rechinar metálico y el desmoronamiento del concreto.

En el piso ocho, Benjamín y su esposa intentaban reunir a sus hijas en el pasillo, pero el intenso movimiento los mantenía pegados al piso. En cosa de segundos y apenas sujetos a los muebles a su alrededor, la orientación del suelo cambió lentamente en noventa grados, el impulso los arrojó contra las murallas que ahora con gran velocidad se precipitaban a tierra. El padre les gritaba a sus hijas que se acercaran, cuando la fuerza de la caída lo empujó contra el fondo de la construcción, atravesando con su cuerpo la muralla de tabique que separaba el pasillo de una de las habitaciones. Aquellos que estaban en el vestíbulo del edificio fueron alcanzados por los bloques de concreto que se desprendieron de los primeros pisos. El agónico grito de los vecinos se escuchó a lo lejos, mientras la ciudad entera se sumía en la oscuridad y las primeras explosiones hacían su aparición.

La gente estaba volcada a las calles, algunos escaparon con bien de esa gran tragedia, otros simplemente no lo lograron. Los segundos se hacían eternos, mientras el ruido ensordecedor se prolongaba a la distancia. Lentamente el movimiento desapareció dejando sólo desolación. Los corazones agitados de la gente aún permanecían envueltos en pánico y terror. No había mucho que hubiere permanecido firme frente a los embistes descomunales de la tierra. Uno tras otro los golpes ondulados del suelo pegaron en las edificaciones y las calles se abrieron ante semejante catástrofe.

Ochocientos kilómetros habían sido estremecidos, hasta el eje de la tierra se desplazaría algunos grados tan increíble terremoto. La luz de todo el país se había ido y los gritos incansables de la gente se hacían cada vez más fuertes y aterradores. A medida que el sonido subterráneo se disipó y la tierra lentamente volvió a su estado apacible, en la distancia se escuchaban de manera ensordecedora las alarmas de vehículos y las sirenas de ambulancias y bomberos. Mientras cada cierto tiempo, las explosiones estremecían el ambiente. Los gritos y llantos de la gente estremecían el corazón con angustia y desespero interminable. En la oscuridad de la noche todos intentaban llegar a un lugar seguro o contactar a sus seres queridos.

De vuelta en la capital, Oscar y su esposa en el piso diecisiete se levantaban lentamente intentando caminar en medio del oscuro pasillo sin lastimarse con los vidrios que había esparcidos por el piso. Juntos tras iluminarse mutuamente con sus teléfonos, alcanzaron algo de ropa, las llaves y se dirigieron a la puerta para comenzar a bajar las largas e interminables escaleras.

Lo mismo pasaba en el edificio donde se encontraba Pablo, todos habían conseguido llegar a la calle entre la desesperación y los gritos. Sólo las luces de emergencia iluminaban el entorno, el resto de la ciudad se sumergía en la más profunda oscuridad. A los minutos de permanecer afuera del edificio, se dieron cuenta que uno de sus amigos no estaba con ellos. Volvieron a buscarlo por las escaleras pero no lo encontraban, a poco de buscarlo el teléfono móvil de otro de los integrantes de la interrumpida fiesta sonó. Era su amigo pidiéndole ayuda desde el interior de uno de los ascensores. En su momento de desesperación y distracción, creyendo que lo peor había pasado, subió al elevador quedando atrapado entre dos pisos. Inmediatamente sus amigos comenzaron la difícil tarea de sacarlo de ese claustrofóbico lugar.

La gente se había volcado a las calles, desde lejos se escuchaban las sirenas de los vehículos de emergencia, la luz de la luna en el último día de su fase creciente, iluminaba la oscura ciudad. Las explosiones comenzaron a intensificarse conforme avanzaban los minutos, la gente llorando caminaba sin rumbo por las calles, las comunicaciones estaban totalmente colapsadas. Cada cierto tiempo uno que otro lograba llamar con éxito a sus seres queridos.

Fueron algo más de dos minutos y medio, en que la furia contenida por años de la tierra se desató sobre calles, caminos y carreteras, sobre ricos y pobres, sobre pueblos, localidades y ciudades. Estremeciendo a todos por igual sin discriminar condición alguna.

La gente sólo buscaba respuestas en medio de los llantos, sólo deseaban saber dónde había sido el epicentro de la catástrofe y a cuántos grados había alcanzado. Pero nadie se acordaba de los puertos y las caletas, para muchos todo había acabado, mientras para otros era el comienzo de un desastre mayor. Tras el silencio preocupante de los primeros minutos frente  las costas después del terremoto, el susurro del mar no se dejó esperar.

Muchos de los que viven en las orillas costeras saben que semejante movimiento es signo casi inequívoco de algo peor. Las voces de la gente alentaron a muchos a proseguir su ruta de escape hacia los cerros. Las filas de personas cargando bolsos y con sus hijos de la mano se extendían interminables, esperanzados que el fantasma de una ola gigante no se hiciera presente llevándose lo que el terremoto había dejado en pié. Los minutos pasaban lentamente mientras la gente vagaba sin sentido y sin rumbo, aún pensando que eso se trataba de una pesadilla de la que en cualquier instante despertarían.

Mientras tanto en el céntrico edificio que se había desplomado, desde lejos se apreciaba que la mole de concreto yacía recostada sobre su espalda. Decenas de personas que no alcanzaron a escapar permanecían atrapadas. Muchas de ellas seguramente habían muerto al derrumbarse todo, otros podrían estar viviendo esos agónicos minutos atrapados entre fierros, tabiques y concreto. La gente de alrededor, al ver el dantesco espectáculo se acercó para ayudar intentando de alguna manera alcanzar a quienes gritaban desde el interior del edificio. Tras largos minutos que se convirtieron en horas, Benjamín, el padre de la familia, despertó en una incómoda posición. No tenía noción de cómo estaba ubicado su cuerpo, sólo alcanzaba a ver entre penumbras la luminosidad de la ventana sobre su cabeza. A penas lograba comprender que las ventanas frente a él, por las que siempre observaba la bahía, ahora estaban hacia arriba.

Sus brazos y piernas estaban entumecidos y aún sentía un fuerte dolor en la parte superior de la cabeza; seguramente debido al golpe que lo dejó inconsciente. Dando voces comenzó a gritar a sus hijas y su esposa para saber donde estaban y si todas se encontraban bien. Las primeras en contestar fueron sus hijas, aunque no podía precisar donde estaban, pero él sentía que a unos cuatro o cinco metros de distancia. Lentamente él comenzó a moverse de su lugar. Con gran esfuerzo y dolor debido a su brazo roto y las múltiples contusiones en su cuerpo, Benjamín consiguió llegar hasta donde estaba su esposa. Suavemente la despertó y tras descubrir que no tenía grandes heridas, juntos se desplazaron hacia donde se encontraban sus hijas.

El piso bajo sus pies, que en realidad eran las murallas, estaban llenas de objetos y cristales que dificultaban su fácil desplazamiento. Lentamente llegaron a lo que solía ser el pasillo y entre penumbras lograron ver que de alguna manera milagrosa, los muebles más grandes y pesados se ubicaron de tal manera que dejaron cubiertos los cuerpos de las pequeñas, sirviéndoles de escudo contra los vidrios de las ventanas y otros escombros.

Benjamín comenzó a apilar algunos muebles para poder escalar hasta alcanzar las barandas el balcón. Al asomarse hacia afuera y observar el desastre a su alrededor, su corazón se apretó, su garganta apenas dejaba pasar algo de aire para respirar. Rápidamente ayudó a sus hijas a subir y finalmente su esposa los alcanzó, atónita ante el nuevo y desolador paisaje. Un bombero que recorría el costado del edificio dio voces a sus compañeros para que acercaran la escalera telescópica y una vez que los bajaron no hicieron más que abrazarse y llorar profundamente. Semanas después aún sacaban cuerpos sin vida debajo de los escombros del edificio.

Por otro lado los amigos fiesteros llevaban más de media hora intentando infructuosamente sacar a su amigo del ascensor iluminándose sólo con un par de débiles linternas. Golpeaban las puertas con fierros y hacían palanca con todo lo que tuvieran al alcance. El aire en el interior se hacía cada vez más denso y sofocante. Hasta que al fin los esfuerzos de largos minutos rindieron frutos; centímetro a centímetro las puertas se abrían ante la incansable tarea de los amigos. Juntos subieron las escaleras y volvieron al departamento para ordenar el desastre y esa anécdota sería recordada y comentada siempre que se juntaran.

La madrugada avanzaba lentamente, todos anhelaban en silencio que el sol se levantará sobre las montañas llevándose la oscuridad y revelando la verdadera magnitud de lo sucedido. Quienes pudieron sintonizar sus radios escuchaban en todo momento que no había peligro de olas en los litorales. Algunos decidieron volver a sus casas, mientras otros incrédulos, decidieron permanecer en lo alto de los cerros. Pero a la luz de la luna comenzó a escucharse el ruido inconfundible del mar enfurecido, la oscuridad del momento sólo permitía ver siluetas de personas moviéndose en dirección contraria al mar. Mientras para algunos ese abrupto despertar les significó sólo un gran susto, para otros la tragedia se extendía más aún.

Inesperadamente el mar se recogió trayendo de vuelta una enorme marejada que comenzó a arrasarlo todo. Los gritos de la gente volvía a hacer eco entre las casas que aún quedaban en pié. El agua entró por todas partes llevándose todo a su paso, cual ladrón, los turbios remolinos llevaban consigo muebles, ropa, hasta vehículos. Muchos intentaban escapar de ese osado regreso a casa, pero la fuerza de las olas era más fuerte y no había a que sujetarse. Nuevamente los que sobrevivieron al embiste del mar corrían hacia los cerros para salvarse de ese nuevo azote de la naturaleza. Los esfuerzos infructíferos de muchos se sumergían entre los desechos que llevaba el agua, casi tres metros de altura subió el nivel de las aguas con un estruendo y una fuerza que terminó por derribar todo lo que el terremoto no botó.

La claridad de la mañana, comenzó a mostrar lentamente las más terribles verdades escondidas al amparo de la noche; desolación y desesperanza; amargura y llantos por doquier. Las personas abrazadas no podían creer lo que la tierra y el mar habían causado; en menos de tres minutos los paisajes habían cambiado por completo. Lenta y estruendosamente el agua se retiraba llevando consigo todo lo que encontró a su paso, familias enteras llevadas por la fuerza de la corriente. Casas completamente arrancadas desde sus cimientos flotaban a lo lejos. Personas, autos, enceres y todo a su paso, ahora le pertenecían a ese gigante que llegó para tomar lo que no era suyo.

Novecientos kilómetros de tierra estremecidos, un país entero sumidos en la amargura de un suceso inesperado. Lentamente el sol de la mañana mostraba la cruda realidad. La tierra había clamado las vidas de cientos y el mar tomado su parte en ese asalto. A cada minuto, a cada hora la tierra hacía sentir sus réplicas, acelerando los corazones de la gente y trayendo a la memoria el inolvidable suceso de la madrugada. La impotencia se apoderaba con angustia de aquellos que necesitaban urgentemente comunicarse con sus seres queridos.

Las calles lentamente mostraban sus grietas; las carreteras y puentes estaban devastados y ahora no permitían llegar con urgencia a socorrer a los que más lo necesitaban. Pequeños poblados y grandes ciudades estaban completamente destruidos, las casas y edificios arrancados de sus cimientos como maleza para la quema. Las comunicaciones telefónicas estaban constantemente interrumpidas y la luz no volvería por días a algunas zonas. El agua escaseaba y nuestros ojos no eran testigos aún de los peores testimonios a los que la tierra nos enfrentó.

Aún hay muchas historias de héroes anónimos que sobrevivieron a esa catástrofe y que pusieron sus vidas en peligro por salvar a otros. Aún hay almas que reclaman ser rescatados del lodo y los escombros para encontrar una digna sepultura. Otros muchos simplemente se perdieron sin dejar rastros ni huellas. Las fogatas se extendieron por semanas en las calles desde la primera noche después del desastre, haciendo notar a quienes no tenían donde dormir. Mientras más recorrimos esas rutas desamparadas, más lágrimas brotaban de nuestros ojos. Estupefactos contemplamos los parajes perdidos y los poblados arruinados por el ondulante movimiento de la tierra. La garganta se nos cerraba sin poder dar un grito de aliento a los desamparados, sólo una palabra amable y una mano solidaria para esos corazones llenos de amargura. Seguimos adelante con esfuerzo para levantar lo que se había caído, seguimos caminando con lágrimas en los ojos al ver tanta necesidad, seguimos construyendo porque nuestras manos ya cansadas sólo quieren ayudar.

"En memoria de aquellos que lo perdieron todo en el terremoto que nos afectó el 27 de Febrero del 2010;  mucha fuerza y fe para aquellos que sobrevivimos, padres, hijos, abuelos, gente de mi país."

Publicación reeditada 2013

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D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°




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domingo, 28 de marzo de 2010

SIGUIENDO TU PERFUME



SIGUIENDO TU PERFUME

Esta mañana desperté pensando en ti; en mi cama vacía, quería sentir tu piel, tus besos, tus caricias. En mis labios secos deseaba el sabor dulce de los tuyos. El recuerdo de amaneceres junto a ti se hacía cada vez más fuerte, pero no estabas aquí.

Con la mirada perdida en el horizonte, buscaba algo para recordarte, tus fotos ya no están en mis paredes; tus recuerdos desaparecen uno a uno de mi mente; te busco cada vez que siento tu fragancia en las calles, pensando que estás ahí, a mi lado.

Es ese perfume el que sigo ahora, recorriendo calles para alcanzarte en algún lugar; siguiendo los pasos del aroma de tu piel, la sensualidad de tu silueta que algún día perdí. Caminando por lugares conocidos, donde antes pasamos el tiempo unidos, ahora ese tiempo marchita las flores que siempre nos vieron pasar.

Aquel parque verde, hoy se torna anaranjado con los colores del otoño, las hojas me dicen que no han visto tus ojos mirarlas, que no han escuchado tu voz nunca más. Los árboles susurran tu nombre al verme caminar, preguntando el destino de tu andar. No tengo respuesta para ellos, sigo avanzando solo, mientras el viento guía mis pasos.

Decido detenerme frente a ese lugar donde tantas veces compartimos una cena, donde comenzaba una noche de pasión, donde tomaba tu mano por sobre la mesa, mirando tu mágica sonrisa.

Las horas pasan y no consigo encontrarte, recorro la ciudad como muchas veces lo hicimos, repito los mismos trayectos que muchas veces recorrimos, queriendo encontrar tu silueta. Ver tu cara nuevamente perdida en mis ojos, sería como llenar mi alma vacía otra vez, descubrir el brillo de tu mirada en alguna esquina, sería como descubrir un tesoro en medio del desierto.

Perdóname por intentarlo otra vez, pero he estado tan perdido desde que te has ido, que mi corazón no lleva el mismo ritmo que solía tener. Por las noches ya no siento tus caricias, las mañanas ya no saben a tu piel y la vida tiene un gusto amargo. Tu silencio me hace contener la respiración sabiendo que por siempre seré tuyo.

Perdido entre calles inundadas de gente, espero una señal para encontrarte otra vez, tal vez sólo saber que te encuentras bien. Pero sólo encuentro el silencio en estas horas de desesperación.

Nunca dejaré de esperarte, jamás renunciaré a buscarte, porque se que te encontraré en algún lugar, en algún lado estarás para verme pasar. El tiempo sigue transcurriendo y llego a la casa donde solías vivir, está vacía como mi corazón, hace falta tu presencia. El jardín se marchita esperando por ti, no hay una mano que lo atienda, que lo cuide; el sol y la lluvia han hecho presa de él, dejando sólo un campo vacío.

He sido un tonto al dejarte ir, eso lo se; he perdido más que ganado al verte partir. Nunca pensé que te perdería, pero no me di cuenta que fue mi decisión la que te alejó, la que puso tus pasos en otra dirección; ahora necesito saber donde estás para darle un descanso a mi corazón.

A veces culpé al destino de no haberte conocido en el momento correcto, a veces sentí que la vida no era justa y no conseguiría lo que buscaba. Ahora me doy cuenta que he buscado a alguien como tú toda mi vida, pero cuando te encontré no te supe ver. Tomé tus manos, te abracé, pero no te supe retener; me rendí frente a la lucha, renuncié antes de pelear por tu amor.

Me siento sumergido en la oscuridad, perdido en el silencio, aunque se que te encontraré nuevamente, seguiré intentándolo hasta que me lleve la muerte; no pierdo la esperanza de verte otra vez. Me muero por respirar tus besos por acariciar tu espalda, por ahogarme en tu piel. Sólo quiero volver a creer que mi corazón volverá a ser un lugar hermoso, adornado por tus encantos; antes que se pierda en la agonía de mi soledad.

Sigo recorriendo lugares tan nuestros como el sol, las nubes se alejan de mi camino, pero me siento frío como el hielo. El calor de la tarde no llega a mi lado. Sólo tu cuerpo puede encender mi sangre otra vez. Recorro el mar y su plenitud, pero la arena esconde tus huellas, las lleva lejos para no seguir tu rastro.

Desde lejos percibo otra vez tu perfume, el único medio que tengo para llegar a ti, lo sigo incansablemente, corro por las calles, por lugares nunca conocidos por mi. Tus pasos te han llevado muy lejos para que nuestros caminos no pudieran cruzarse nunca más. Pero he sido tan testarudo en seguirte, que al fin conseguí llegar a la fuente de tu aroma.

Vi tu silueta recorriendo nuevas calles, vi tu mano ocupada por otras manos y tus ojos encantados por otro mirar. Silenciosamente me acerqué hasta ti dando mi último aliento, tanto tiempo buscando y al fin te encontré. Siento las manos del destino, sofocando mi respiración y se que es el fin de mi camino.

Me acerqué tanto que casi llegué a rozar tu mano, tu cabello se movió por el soplo de mi respiración en tu espalda. Era el momento para susurrarte al oído mi eterno y devoto amor. Cuanto hubiera dado por rozar tu piel de porcelana, por besar esos labios dulces. Estuve tan cerca de ti que capturé tu perfume en mis sentidos y lo llevo prisionero de regreso a casa. Sólo quería ahogar esta agonía de no saber donde estabas, ahora veo que no volveré a tenerte nunca más.

Cuando te conocí te dije que nunca te olvidaría y nunca lo haré. Aunque permanezca perdido en la oscuridad, en esos momentos de silencio, imaginaré que estás aquí. Tu perfume traerá tus recuerdos de vuelta a mi lado e invadirá otra vez mi ser. Aunque sea por un momento, aliviarás mi dolor, llenarás de nuevo mi corazón, porque sólo en esos recuerdos veré tu sonrisa nuevamente iluminar mi alma.



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D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°

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