sábado, 1 de mayo de 2010

MI AMIGA NEPENTHES




MI AMIGA NEPENTHES

Anoche fue una noche muy difícil, apenas pude conciliar el sueño algunas horas y esta mañana los ojos se me cerraban a cada instante. He tenido que ir al baño muchas veces a mojarme la cara para espantar el sueño y cada vez que me miro al espejo, veo como estas ojeras crecen y crecen sin medida. Las horas pasaban lentas y lánguidas, creo que ha sido uno de los días menos productivos de toda mi vida. Aún así he logrado realizar algunas planificaciones y cerrar algunos informes que siempre resultan ser tan tediosos y complicados.

Pero pasado mediodía, mi cabeza tambaleaba una y otra vez frente al computador, casi rindiéndose por el sueño; ya no había forma de espantar el cansancio y el sueño que me envolvía. Sin duda hoy ha sido uno de los días más difíciles de sobrellevar. No siempre he tenido problemas como se han presentado hoy y como si fuera poco, mi jefa ha sido toda una pesadilla en estos días, seguramente porque mañana es su cumpleaños.

Con todo aquello era casi justificable que colocara mis brazos frente a mí y recostara mi cabeza sobre ellos para descansar un momento. Lo que no se justifica es haberme quedado profundamente dormido en esa posición. Estaba todo tan calmado a esa hora, el silencio era absoluto. Me encontraba solo, ya que mis compañeros de oficina recién habían salido a almorzar y no regresarían hasta dentro de una hora. Lo insólito fue lo que sucedió después, algo que jamás olvidaré.

Sentí que me incorporaba lentamente de la cómoda posición de descanso que había tomado. Estiré los brazos y bostecé profundamente como no lo hacía hace mucho tiempo, fue una sensación muy reconfortante. Mi oficina estaba oscura y levemente iluminada por las luces de otras habitaciones, sin embargo, también estaba oscuro al exterior de las oficinas. Por un momento pensé que había dormido toda la tarde sin darme cuenta y que la noche ya había llegado.

Caminando por los pasillos no encontré a nadie, tampoco había personas en las salas de reuniones. Todo estaba desierto, pero pude ver que los computadores en cada oficina aún estaban encendidos. Seguí caminando por el pasillo y me detuve frente a los casilleros, saqué de mi bolsillo una llave y procedí a abrir el mío.

En el interior había una pequeña planta, con hojas sedosas en la base y un tallo firme que se elevaba firme hasta llegar a un capullo rojo muy llamativo. Era tan atractiva su forma y su color que nadie jamás hubiera pensado que se trataba de una especie de planta carnívora. Esta especie de la familia de las Nepenthes, tenía la particularidad de crecer sin medida y cuando ya eran adultas tenían enormes capullos que se descolgaban del tallo en forma de bolsitas de color rojo.

Claro que había algo más especial en esa peculiar planta, por semanas yo la había alimentado con carne impregnada con el perfume que usaba mi jefa. Y aunque devoraba insaciable cada bocado que yo le daba, aún era demasiado pequeña para ser realmente peligrosa.

Al día siguiente era el tan esperado cumpleaños de mi jefa. Todos habíamos concertado en hacerle un lindo regalo a pesar de ser tan antipática con nosotros. Cada uno puso una cuota en dinero para ello y obviamente yo había sido el encargado de organizarlo todo; pero nadie sabía cual era la sorpresa que le regalaríamos.

Temprano por la mañana cuando todos ya hubieron llegado, era el momento preciso para celebrarlo. Primero que todo le entregamos una linda caja que contenía su perfume favorito; con ello yo me aseguraba que la fragancia con que había alimentado a mi amiga Nepenthes, estaría siempre cerca de ella.

Luego la secretaria le hizo entrega de la hermosa planta con capullos rojos, la que inmediatamente causó suspiros de admiración por su belleza. El asombro que mi jefa evidenció fue muy satisfactorio para mí; sabía que la planta le había gustado y que la cuidaría con total dedicación.

Su amplia oficina le permitía mantenerla en ella sin problemas y cada día la veíamos cuidándola y sacudiendo sus sedosas hojas como si fuera una verdadera mascota. Todos los días sin falta a la hora de almuerzo, cuando todos habían salido, yo aprovechaba para entrar a su oficina y seguir alimentándola con trozos de carne impregnadas de su perfume.

Las semanas pasaron y su tamaño aumentaba notoriamente cada día, lo que llenaba de orgullo a nuestra jefa que nunca sospechó el peligro que albergaba en su oficina. Muy por el contrario, cada vez que podía invitaba a alguien para mostrarle lo hermosa que estaba y lo apreciado que era para ella ese regalo.

Algunos de mis compañeros comenzaron a sentir envidia de mí, por haber elegido tan lindo obsequio. Sin embargo siempre les obligué a mantener el secreto de quién había sido el que lo eligió; y por más que ella preguntaba incansablemente, nunca nadie dijo nada.

Ya habían pasado un par de meses y la planta había sido cambiada varias veces de maceta para poder contenerla. Sus hojas siempre brillantes y sedosas relucían desde lejos. Mientras sus tallos gruesos y suaves, se elevaban casi hasta el techo soportando el peso de los hermosos capullos rojos en sus extremos.

El tamaño colosal que estaba adquiriendo, era comparable a esos gomeros de interior que crecen hasta cubrir toda la esquina de una habitación. También debía ser más cauteloso en la forma en que la alimentaba, ya que uno de los capullos medía casi un metro de largo.

Hasta que una mañana después de pasar más de una semana sin que la hubiera alimentado, mi amiga Nepenthes decidió alimentarse por sus propios medios. Primero se escuchó un grito desde la oficina de mi jefa. Al correr todos para ver de qué se trataba, sólo podíamos ver su cuerpo colgando desde el interior de uno de sus grandes capullos.

Ella ya no se movía y por más que intentaron abrir el capullo, era imposible ganarle a esas sedosas y fuertes mandíbulas. Como medida extrema, alguien decidió golpear el tallo de la planta hasta llegar a quebrarla; fue la acción más ridícula, desesperada e infructuosa por doblegarla. Su fuerte estructura resistiría cualquier intento por doblegarla ¿Podría una planta así sentir dolor?

Largos minutos pasaron y habían intentado de todo para poder sacarla del interior de la planta. A ese momento ya habían llegado los paramédicos, los bomberos e incluso la policía. Finalmente después de mucho esfuerzo de todos, fueron los bomberos los que lograron desprender el capullo del tallo y liberar a nuestra jefa. Lamentablemente ya era demasiado tarde, los líquidos viscosos del interior del capullo la habían ahogado.

La conmoción era tremenda, todo se tornó en caos y confusión; llantos y gritos de desesperación. Hasta que las preguntas apuntaron a quién era el responsable de haber traído esa planta exótica a nuestra oficina. Primero se generó un murmullo suave y constante, luego sentí como las miradas de todos comenzaron a centrarse en mí.

La habitación se tornaba oscura y el espacio se me hacía infinito. Una a una todas las personas en la habitación se volteaban para mirarme, levantaban sus manos apuntándome con sus dedos, desde lejos se escuchaba mi nombre:

—Miguel.., ¡Miguel!..., ¡Miguel!...

Una y otra vez, más y más fuerte se escuchaba mi nombre... El cuerpo sin vida de mi jefa se levantaba en el rincón, apuntando con sus manos llenas de los líquidos viscosos y amarillentos del capullo.

—Miguel.., ¡Miguel!..., ¡Miguel!...

El sonido de mi nombre retumbaba en la habitación hasta que desperté sobresaltado y mi jefa estaba de pie justo a mi lado, con ese odioso gesto de malestar que me exaspera.

Al levantar mi cabeza, tenía las líneas de la costura de mi camisa dibujadas en mi cara y la forma del botón de la manga marcada en plena frente. Mis ojos somnolientos y una enorme mancha de saliva en mi antebrazo que se estiraba hasta mi boca.

Las risas de mis compañeros de oficina se escucharon inmediatamente cuando me levanté, ella se había encargado de convocarlos a todos para que me vieran dormir. Jamás me había sentido tan avergonzado en mi vida, sentía como mi cara se había puesto de color rojo tan intenso como el capullo en mi sueño, ni siquiera fui capaz de decir algo.

Este era el día más horrible de mi vida. ¿Por qué algunos sueños no pueden ser reales? Qué daría porque mi amiga Nepenthes fuera real y me tragara en este momento, lamentablemente hay cosas que sólo suceden en los sueños.


Publicación reeditada 2013


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..°¤¤°.¸¸.¤´¯`» Freddy
D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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