lunes, 12 de octubre de 2009

UN ANGEL EN METROPOLIS VII



UN ÁNGEL EN METROPOLIS VII


La brisa rozaba suavemente el lomo de la colina, mientras a la distancia las nubes intentaban restarle protagonismo al sol apagando tempranamente su luz. El cielo se teñía de rojo al igual que las manos de Rubén quien luchaba por mantenerse con vida. Él estaba sentado en la hierba con la espalda apoyada en un viejo álamo. A medida que el sol se llevaba su calor, sus manos se ponían cada vez más heladas y su cuerpo comenzaba a temblar con mayor intensidad. Quien viera la escena a la distancia pensaría que él estaba tranquilamente contemplando la puesta de sol. Pero Rubén se estaba desangrando lenta y dolorosamente bajo la luz del crepúsculo.

Mirando hacia el horizonte luminoso abrió su boca y dijo palabras al viento sabiendo que no estaba solo.

—Sentí tu presencia cuando te acercabas y me alegré de sentirte cerca otra vez, pero me gustaría preguntarte por qué tardaste. Siempre has llegado a tiempo para socorrerme frente a las dificultades, siempre has estado presente en mis momentos de angustia. ¿Qué te retrasó esta vez? ¿Qué fue más importante que yo en esta ocasión?

La brisa continuaba agitando la hierba a su alrededor y el color del atardecer se perdía cada vez más en las frágiles pupilas de Rubén.

—Sé que estás aquí porque siento tu calor a mi lado, aunque mis manos ya comienzan a perder su fuerza y apenas puedo ver lo que queda del día tras la colina. Por favor calma mi dolor mientras pasa este momento de oscuridad, tómame en tus brazos y llévame de regreso a mi camino, porque ya no me quedan fuerzas para vivir.

Mientras esas palabras salían de su boca, levemente se dejó ver una silueta contorneada por los pocos reflejos del sol. Sus ojos no podían creer que después de tantos años a su lado, al fin su ángel se mostraba frente a él. La delgada línea que los separaba se rompía, el velo que lo ocultaba de sus ojos mortales era quitado completamente. Mientras el sol lentamente se escondía tras las nubes que dominaban el horizonte y el cielo comenzaba a tomar colores anaranjados y violáceos, ese resplandor y su silueta se hacían cada vez más notorios.

—Recorría la ciudad como siempre lo hago —dijo el ángel a su protegido con una voz apacible y llena de paz— quizás no entiendas los motivos de mi retraso o del por qué después de tanta vida recorrida has llegado al borde de la muerte. ¿Realmente quieres saber Rubén?

— ¿Al borde de la muerte has dicho? ¿Eso quiere decir que mi hora ha llegado y que no estás aquí para rescatarme sino para llevarte mi alma? —El silencio le respondió a Rubén sus preguntas— Es realmente irónico que el momento más glorioso de mi vida, sea también el último que disfrutaré en esta tierra. Esto es como estar hablando directamente con la muerte o presenciar mi alma salir de mi cuerpo, diciendo y escuchando mis últimas palabras al mismo tiempo.

El ángel que se mantenía a su lado pero con la mirada en el horizonte, se giró hacia él con sus ojos llenos de compasión.

—Como el viento se mueve a tu alrededor así nos movemos nosotros por la ciudad, a veces algunas personas sienten ese movimiento, tal como tú. Pero la mayor parte del tiempo nadie considera esa posibilidad a su alrededor. Hoy descendí y me dirigí al centro de la ciudad mirando los actos que no nos están permitidos alterar...

— ¿Hay cosas que no pueden impedir que sucedan? —interrumpió el hombre.

—No nos está permitido intervenir —respondió el ángel— sólo somos mensajeros de la fe. Si una convicción existe en alguien para enfrentar una situación, esa fe nos permite darle fuerza en lo momentos que más lo necesita. Aún así a veces, alguno de nosotros traspasa esa delgada línea. Tú deberías saberlo, varias veces has estado al borde de la muerte y yo salté esa barrera para ayudarte. Pero hoy era diferente, hoy me encontraba entre tu vida o la de otra persona.

Rubén bajó la cabeza sintiendo una profunda pena por las palabras de su custodio, un sentimiento decepcionante se apoderaba más y más de él, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas pero no dijo nada de lo que sentía.

—Las decisiones a veces duelen Rubén, pero sé que me entenderás —prosiguió el ángel relatándole lo sucedido— En mi recorrido por la ciudad me enfrenté a varias situaciones difíciles este día. Primero vi cómo a una mujer anciana que caminaba por la calle, le quitaban su bolso con todo el dinero que llevaba. No era mucho comparado con lo que tú ganas, pero para ella significaba todo el sustento para el mes. Esto sucedió en un callejón solitario por donde ella nunca debió haber pasado. Luego, a unas pocas calles de ahí, una joven muchacha pedía un aventón y se detuvo un auto con un hombre adinerado, ella se dejó llevar por su ostentosa apariencia. Sin embargo, él viste así para no despertar sospechas de su torcida mente asesina...

—Pero esas fueron malas decisiones que ellas tomaron —volvió a interrumpirlo Rubén— ¿No podías darles una señal para que no tomaran ese camino?

—Las señales siempre están presentes querido amigo —respondió apaciblemente el ángel— siempre han existido las señales para todos, pero no todos quieren verlas. En ellas estaba la voluntad de seguir esos caminos peligrosos o de salirse de ellos. Pero lo más penoso no es ver los problemas en que la gente se mete por sus malas decisiones, lo triste es ver el dolor de quiénes no tienen ninguna posibilidad de elegir.

— ¿A qué te refieres? —preguntó Rubén apretando sus manos contra su vientre, visiblemente adolorido.

—Un hombre no vidente caminaba hacia su casa después de comprar; él hace ese recorrido todos los días. Se vale por sí mismo desde hace muchos años y prácticamente no necesita que lo ayuden. Pero otro sujeto al verlo mientras cruzaba la calle, lo tomó del brazo simulando que le ayudaba a no tropezarse con algo en su camino. En cosa de segundos echó mano a su billetera, mientras el hombre ciego le agradecía la gentileza de haberlo ayudado.

—Si en ninguna de esas situaciones te fue permitido intervenir… —Rubén hizo una pausa y se acomodó con un intenso dolor en su costado— no entiendo qué tiene que ver todo eso conmigo y con lo que me ha sucedido.

—Todo está ligado querido amigo —le respondió el ángel— ¿Puedes hacer memoria de cómo llegaste hasta este lugar? ¿Puedes contarme lo que te pasó antes de llegar aquí?

Rubén se acomodó nuevamente, ya que el dolor era tan intenso que no había posición ideal en la cual ubicarse para poder hablar con libertad. El ángel se inclinó un poco hacia él y lo tocó para aliviarle un poco su dolor. Un calor intenso inundó el cuerpo de Rubén dándole nuevas fuerzas para proseguir su relato.

—Tú sabes como soy, siendo siempre solidario cuando alguien lo necesita. Tal vez es esa fuerza que tú me entregas para realizar esas cosas la que me impulsa. Nunca he querido ser un héroe, pero he estado en los momentos precisos para socorrer a mucha gente. Esta vez no fue diferente. Mientras caminaba por una avenida en el centro, escuché los gritos de una muchacha en uno de los callejones cercanos. Cuando fui a ver qué pasaba, un tipo intentaba abusar de una joven. Sigilosamente me acerqué, tomé un palo que había a la pasada y le di un buen golpe en la cabeza al sujeto. La muchacha se levantó muy alterada y corrió por el callejón hacia la avenida. Mientras ella escapaba, intenté alcanzarla para asegurarme que estuviera bien. No me di cuenta que el sujeto tenía un arma. Sólo escuché los dos disparos y luego el dolor intenso que me hizo caer y desmayarme. Después de eso, simplemente desperté aquí poco antes de que tú llegaras.

Hubo un pequeño silencio acompañado de la brisa del crepúsculo, el cielo estaba cada vez más violeta. Las nubes en el horizonte se dibujaban voluminosas y contorneadas como si fueran copos de algodón iluminados por luces de colores. Luego el ángel prosiguió con su revelador relato.

—Como te dije antes, todo está ligado querido amigo. La muchacha que rescataste en ese callejón, es la misma que pedía aventón en la calle y terminó subiendo al auto de ese sujeto. Es la misma que conociste hace un mes, cuando tu hijo fue con ella a tu casa para confesarte que había dejado los estudios y que necesitaban ayuda porque ambos estaban metidos en drogas; la misma que echaste de tu casa y le diste la espalda.

Rubén lentamente cambió su semblante al escuchar el relato, un nudo amargo se formó en su garganta y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Se sentía cada vez más culpable mientras el ángel continuaba.

—Tu hijo no lo mencionó en ese momento, pero ella está embarazada y ambos sin dinero, han tenido que robar constantemente en las calles para subsistir. Los dos robos de los que te acabo de hablar, el de la anciana y el hombre ciego, los realizó tu hijo. Él también estaba presente cuando ella subió al auto de ese hombre. Todo era un plan para asaltarlo porque se veía adinerado. Ella lo llevó a un callejón cercano donde lo emboscarían, pero no contaban con que el sujeto estaba armado. Cuando tu hijo apareció forcejearon y un disparo se escapó hiriéndolo gravemente. Al ver la sangre y a tu hijo en el suelo, la muchacha se echó a correr para pedir ayuda. El sujeto la persiguió por la avenida hasta llegar dos callejones más allá; fue en ese instante que tú escuchaste sus gritos. Lo que no sabías era que tu hijo estaba herido muy cerca de ese lugar.

Rubén no daba crédito a lo que estaba escuchando, no necesitaba el juicio de su ángel para darse cuenta que a pesar de ser tan bondadoso con otra gente, no fue capaz de socorrer a su propia sangre. El ángel hizo una pequeña pausa entes de proseguir, como anticipando que lo más difícil de escuchar aún no había salido de sus labios.

—Y ésta es la parte más triste querido amigo. Cuando la liberaste de manos del sujeto y ambos corrían por el callejón, el primer disparo iba dirigido a ti y dio de lleno en tu costado. Sin embargo el segundo disparo era para ella... —volvió a hacer una pausa con la voz quebrada— fue una decisión de segundos, si ella moría allí nadie ayudaría a tu hijo y también tu futuro nieto moriría. Tal vez no quisiste ayudarlos en su momento, pero te conozco querido amigo y sé que darías tu vida por tu familia. Sólo me bastó hacerte caer hacia el costado para que tu cuerpo interceptara el segundo disparo. Ella continuó corriendo a salvo y fuera del alcance del sujeto; llegó a ayudar a tu hijo y ahora se encuentran en un hospital, pero fuera de peligro.

—En mi camino de cada día nunca imaginé llegar a este momento —dijo Rubén aprovechando la pausa que hizo el ángel— muchas veces pensé en morir pero jamás que sería de esta manera. Es lo más impensado del mundo tal vez, ver a un ángel y a su protegido en una colina solitaria al atardecer, hablando de la vida y de la muerte… Al menos es un alivio para mí saber que aunque no quise ayudarlos directamente, al final igual resulté ser útil para ellos... Pero ¿Cómo llegué hasta aquí?

—Después del tiroteo y al ver que la mujer escapaba, él echó tu cuerpo en su auto y vino a arrojarte aquí pensando que ya estabas muerto. El sujeto es un buscado asesino y tú no eres el primero que trae a esta colina. Sin embargo en su loca huída colina abajo, acaba de tener un accidente y estrelló su auto en una de las curvas. En su auto hay suficiente sangre para que revisen toda la colina y finalmente te encuentren a ti y a todas sus otras víctimas.

—Supongo que tú no has tenido nada que ver —preguntó Rubén.

—Tú sabes bien que no podemos intervenir, es una línea que no se debe cruzar.

Una leve sonrisa se asomó en la boca de Rubén mientras las lágrimas comenzaron a secarse en sus mejillas. Aunque se sentía muy culpable por todo lo sucedido, al final había encontrado consuelo en las palabras del ángel y comenzaba a asumir que de esa situación no escaparía. Buscando las palabras para un digno epílogo dijo.

—Definitivamente es nuestro último viaje juntos, amigo. He sido egoísta y obstinado, y nunca pensé que éste sería el resultado de mis actos. Ahora que sé toda la verdad y las razones de tu retraso, te encuentro toda la razón. Más importante que mi propia vida es la vida de mi hijo y ahora la de mi futuro nieto.

Rubén hizo una pausa llena de dolor y sintiendo que su pecho cada vez retenía menos su respiración. Sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas antes de continuar.

—Las razones de por qué mi alma me abandona son muy claras. Si éste era el precio a pagar por mis errores lo acepto; sólo te pido que los cuides como cuidaste de mí. Gracias por estar siempre a mi lado y ser una constante compañía como en esta hora oscura. Sólo una cosa más quiero pedirte, no me dejes solo mientras pasan mis recuerdos.

Las lágrimas dejaron de caer por su cara y sus manos ensangrentadas cayeron lentamente a su costado. La hierba se teñía de rojo y Rubén exhaló su último aliento con dolor y resignación. Una vida se perdía para salvar a tres.

El ángel permaneció unos instantes más antes de levantar su vuelo, el sol entregaba su último rayo de luz que se confundía con el resplandor de su aura. Su hora también había llegado y una nueva tarea le sería encomendada. Posiblemente nadie sabrá los detalles de esa historia cuando su muerte salga en los diarios; aunque los misterios de la vida son muy sorprendentes, como todo camino errado que puede regresar a la luz desde la más profunda oscuridad.


Publicación reeditada 2013

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..°¤¤°.¸¸.¤´¯`» Freddy D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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