miércoles, 10 de marzo de 2010

ANILLO SIN DESTINO



ANILLO SIN DESTINO

Cuando piensas en ciertos instantes de la vida que deberían ser plenos y satisfactorios, nunca imaginas que algo inesperado pueda suceder y que todo lo que intentaste anticipar se esfuma ante tus ojos. Siempre pensé en ese momento como los segundos más intensos y esperados en nuestra relación. Quizás estaba tan ciego que no pude ver que ambos mirábamos hacia lados opuestos del camino. Pero cómo podría anticipar tan inesperado giro en nuestras vidas, cómo imaginar si quiera la dirección que tomarían nuestros pasos.

Esa tarde sólo pensaba en ti y en cual sería tu reacción en ese momento. Por semanas había buscado el instante preciso, el lugar más indicado y había planificado cada detalle de esa velada. Las reservas para cenar en ese restaurante las hice cinco días antes, era un lugar amplio y bien iluminado. Sus mesas adornadas con mucha delicadeza invitaban a hacer de la velada una mágica noche de romanticismo.

La cena fue un paso más en esa noche de fantasía, el vino calmó mis ansias por un momento mientras admiraba tu belleza. Simplemente estabas radiante, algo misteriosa; pero tu cautivante hermosura me deslumbraba. Tan ciego estaba que no fui capaz de ver nada de lo que realmente sucedía.

Frente a tus ojos, tomaba y acariciaba tus manos, de vez en cuando bajabas la mirada; ingenuamente pensé que te sentías abrumada por tantos halagos. Ahora comprendo que sólo buscabas ocultar las palabras verdaderas que estaban en tu boca. Mientras avanzaba la noche, conversábamos pausadamente disfrutando de la cena. Al llegar al postre pedimos el único sabor que siempre hemos compartido, mousse de chocolate con un poco de crema encima.

Cada vez que llevabas una cucharada a tu boca me mirabas con ojos culposos, pensé que debido a las mil locuras que hicimos disfrutando ese sabor. Pero sin duda tus dulces labios escondían las verdaderas frases silenciosas. Cuando terminábamos de comer, llevé mi mano a uno de los bolsillos de mi chaqueta; tus manos temblorosas me soltaron, demostrando tu gran preocupación por lo que yo habría de hacer en ese momento.

Un gran temor atravesó mi corazón y una angustia indescriptible se apoderó de mí, fue como un balde de agua helada que recorrió mi espalda. En cosa de segundos y con el latido de mi corazón a mil, cambié mi mano de bolsillo sacando rápidamente un pañuelo y simulando un repentino estornudo. Luego estornudé nuevamente y me levanté de la mesa para ir al baño.

Al mirarte a la cara nuevamente, los colores volvieron a tu rostro y un suspiro contenido salió silenciosamente de tu boca. En ese momento lo supe, mi corazón no se había equivocado al esconder mis verdaderas intensiones para esa noche. Bebiste con prisa de la última copa de vino que habías ordenado mientras yo me alejaba de la mesa.

Rápidamente caminé por el salón serpenteando entre las mesas llenas de gente, por un momento sentí como si todas las miradas estuvieran sobre mí. Los segundos se hacían interminables y los escasos siete metros que me separaban de la puerta se veían como un abismo oscuro y desolador. Mi garganta estaba cada vez más apretada y mis manos temblorosas, comenzaron a sudar en una mezcla de nervios y rabia. Al entrar al baño me dirigí a los lavados para echarme agua fría en la cara, dejé el agua correr sobre las palmas de mis manos hasta bajar la tensión del momento.

Sólo una vez en nuestra relación había sentido ese vacío intenso, profundo y desolador. Fue precisamente el día que compré ese anillo. Primero pensé que era la ansiedad de dar un paso tan importante en nuestras vidas; pero ahora me doy cuenta que era un mal presentimiento que me advertía ese amargo desenlace.

Llevé mis manos al bolsillo nuevamente y abrí la pequeña cajita para contemplar ese reflejo cautivante que cambió el sentido de la velada. Puse la caja abierta junto al lavado mientras mojaba nuevamente mis manos y mi cara. Mis ojos no paraban de mirar ese pequeño anillo en la caja, ese círculo dorado con reflejos de mi gran amor por ti, con un pequeño rubí rojo símbolo de nuestra pasión.

Nunca pensé que algo tan pequeño podría tener tal fuerza como para cambiar el destino o tal poder para romper una velada. Nuevamente llevé agua a mi cara y luego tomé un sorbo para pasar la amargura en mi boca; esa sensación seca y desagradable que me cerraba la garganta.

Sequé mis manos y le di un último vistazo al anillo antes de cerrar la caja, para guardarla nuevamente en mi bolsillo. Respiré profundo anticipando cual sería el destino de esa noche, mi corazón estaba totalmente acelerado y apretado. Sentía mis pasos pesados y mis movimientos torpes mientras me acercaba de regreso a la mesa.

Intentaba ver en tus ojos alguna señal que desmintiera lo que estaba sintiendo en ese momento. Pero tu mirada sólo se mantenía unos pocos segundos en mí y luego mirabas hacia abajo acentuando tu oculta culpabilidad. Me senté frente a ti y esperé en silencio que iniciaras nuevamente la conversación. No sé si fue la frase o el modo en que lo dijiste lo más doloroso, pero esas palabras tan temidas y repetidas por tantas personas, ya estaban en el aire:

—Tenemos que hablar...

Creo que tan sólo escucharlas desgarra el alma de quien las recibe. Asentí con mi cabeza dando pie a que comenzaras a hablar. Tus palabras pasaban fugazmente por mis oídos y ni siquiera necesité poner mi atención en ellas, sólo con mirar tus ojos y tus gestos me bastaban para comprender que me dejabas.

Las lágrimas brotaron de tus ojos y cayeron por tu cara, mientras mi corazón se partía pedazo a pedazo dentro de mí. Mis manos entrelazadas permanecieron sosteniendo mi cara sin siquiera intentar buscar tu piel. Con mucho dramatismo decías una palabra tras otra, mientras mi mente estaba totalmente evadida de la situación. Era como un mal sueño que se desvanecía y se diluía a lo lejos, pero que al mismo tiempo provocaba tanto dolor que era mejor permanecer en la distancia.

Tus últimas palabras sólo reflejaban confusión y un rumbo desconocido, pero la verdad no es que yo no haría nada por retenerte esta vez, si buscabas tu libertad no sería yo quien te lo impediría.

Tus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas, como si fuera yo quien te estuviera dejando. Quisiste alcanzar mis manos con las tuyas, pero me giré hacia el costado para señalarle al mozo que trajera la cuenta y tus manos se retrajeron ante el evidente rechazo.

No había rabia ni rencor en mi actuar, sólo una lejanía incomprensible producto de ese vacío en mi interior. Hasta podía sentir el vértigo como una montaña rusa en bajada, cayendo al vacío infinito sin saber si algo amortiguaría mi caída. Mi estómago estaba hundido en mi pecho como queriendo escapar por mi boca.

Nos levantamos de la mesa cuando ya te habías calmado y nos dirigimos rápidamente hasta la salida. Nos despedimos con un suave beso, tierno y delicado pero lleno de tristeza y desesperanza. No había luna que nos viera esa noche, no hubo luces para iluminar el regreso a casa y tampoco hubo testigos de ese triste adiós. En ese último beso podría haber entregado mi vida y mi corazón, pero sólo vi tu cara por última vez y caminé hacia el horizonte con rumbo desconocido.

Mis pasos perdidos recorrieron calles solitarias en busca de consuelo, atravesaron el desamparo y la desesperanza, mientras mis palabras se escondieron junto con mi llanto.

Una vez más saqué la cajita para contemplar el anillo. Sin destino, extraviado de su camino, dejado atrás por la infortuna de esa triste noche. Mientras admiraba su brillo y su hermosura, sabía que no podría darle a otra lo que para ti escogí. Sería como regalar algo que me recordaría tu presencia en mí. Con dolor cerré la pequeña caja y también cerré mi triste corazón para ti, nunca sabrás lo que tenía preparado el final de esa noche y nunca verán tus ojos ese rojo rubí.


Publicación reeditada 2010

(^)(^)
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..°¤¤°.¸¸.¤´¯`» Freddy
D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°


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3 comentarios:

stephanie dijo...

muy linda la historia.... te felicito Freddy, espero verte luego cariños desde iquique

product0 dijo...

uff... en pocas palabras puedo percibir que se siente...
quizas no me paso tan asi...
pero yo por lo menos pude tener un anillo de noviazgo puesto que aun lo mantengo puesto en forma de que la amo aun y es mi amor verdadero.
LOs rumbos son distintos y nunca habra razon por el cual despues de una semana y dias decidio largarse y reintentar una relacion con su ex...y notar que ella aun me ama y siempre lo hara... Yo su primera pareja y que ella siempre vuelve a mi. y hoy se fue nuevamente.
y rompio algo fuerte de encajar.

Diferente situacion...
quizas la escribo en partes en mi blog.

Que linda escritura
triste final que continuara para ti.

Fuerza y tolerar el malestar.

JAY dijo...

mmmm...Se quedo con los crespos hechos...

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