lunes, 4 de marzo de 2013

SUEÑO ETERNO




SUEÑO ETERNO

Un fuerte golpe contra su ventana lo despertó abruptamente; el reloj daba las siete de la mañana y él difícilmente había conseguido dormir esa noche. El sol del verano ya iluminaba toda la habitación. Aún tenía los ojos a medio abrir, pero necesitaba ir a ver de qué se trataba el golpe que lo había despertado tan temprano.

Al intentar bajar de su cama sus piernas se enredaron con las sábanas y con la torpeza de quien recién se despabila por la mañana, cayó al suelo. Por suerte las mismas sábanas amortiguaron un poco el golpe contra el piso de madera.

Se incorporó muy enojado y algo aturdido, sus ojos aún permanecían a medio abrir, la luz que entraba por su ventana le molestaba demasiado. Quizás era la luz o talvez el hecho de haber dormido tan poco durante la noche, el asunto es que sentía un gran dolor de cabeza que le martillaba los sesos. Finalmente llegó a la ventana para percatarse que un pájaro se había estrellado contra ella; el animal estaba muerto por el impacto y colgando al borde de la cornisa.

Lógicamente no podía dejarlo allí hasta que se descompusiera y la peste inundara su habitación, así que abrió la ventana y lo tomó con un pedazo de papel para luego botarlo a la basura. Parecía ser un gorrión por su tamaño y su plumaje pardo y marrón. Estaba sorprendido de que un ave tan pequeña hubiese hecho tanto ruido al estrellarse.

Descendió las escaleras con el animal en las manos y una vez en el primer piso, al tocar con los pies la fría cerámica del pasillo, se dio cuenta que no se había puesto sus pantuflas para bajar. Ya qué importaba, no se devolvería con el ave muerta hasta su habitación, así que se encaminó en dirección a la cocina. Apuró el paso para no sentir tanto frío en los pies, pero antes de llegar a ella, se resbaló con un río de agua que se había filtrado hasta el pasillo.

— ¡Mierda!… ¡Qué manera de comenzar el día! —exclamó indignado.

Volvió a incorporarse con la ropa y el cuerpo empapados, se dio cuenta que al caer había soltado el pájaro. Miró hacia ambos lados y dio un suspiro de alivio al ver que no había caído sobre él y esparcido sus vísceras por el pasillo. Lo levantó nuevamente sosteniendo una de sus tiesas patas con la punta de los dedos. El agua escurría por las plumas del ave muerta; que ahora tenía más apariencia de ratón que de gorrión.

Botó el animal muerto en el tarro de basura de la cocina y al mirar alrededor, pudo darse cuenta que el agua se había filtrado desde fregadero. Los platos que había dejado ahí en la noche, bloquearon el sumidero y el chorrito de agua que caía de la llave terminó por llenarlo. El agua se desbordó inundado la cocina hasta llegar al pasillo.

Al verse descalzo en medio del agua, agachó la cabeza y resignado fue a buscar unas zapatillas para ponerse y no pescar un resfriado. Trajo algunos paños secos y un balde para empapar el agua del piso. Ahí estaba de rodillas en el suelo mojado cuando sonó el timbre de la entrada. Ni siquiera había bajado con su bata. Dejó lo que estaba haciendo y tal como estaba fue a ver quien era.

No pudo ver a nadie a través de la mirilla, abrió levemente la puerta y se asomó; en ese momento vio al perro de su vecina huyendo con el diario matutino agarrado en el hocico. Al instante salió corriendo tras el animal gritándole, pensando que así lo soltaría y escaparía, pero el perro arrancó con el periódico a través del antejardín. Él continuó persiguiéndolo sin tomar en cuenta cómo estaba vestido. Fue muy gracioso verlo correr tras el perro en calzoncillos, camiseta y zapatillas, hasta que finalmente el animal soltó el diario y pudo regresar a su casa.

Pero al llegar a la puerta, se dio cuenta que estaba cerrada y que no había salido con las llaves; estaba en ropa interior parado frente a la calle, totalmente avergonzado. Recordó entonces que había dejado la ventana de su habitación en el segundo piso abierta y se aventuró a escalar la reja y luego el muro hasta alcanzar el techo de la casa.

Se movía lentamente para no agrietar el tejado; paso a paso apoyado con las manos y los pies se acercaba a la ventana. Hasta que faltando un par de metros, una de las vigas del techo bajo él cedió. El hombre perforó el techo y cayó desde esa altura, hasta el living de su sala, quedando inconsciente.

Despertó sobresaltado por un golpe en su ventana, miró a su alrededor extrañado de estar en su habitación. El reloj daba las siete de la mañana y el sol luminoso del verano inundaba todo el cuarto. Se levantó muy animoso a pesar que la noche anterior no había dormido muy bien. Aún somnoliento y pasándose las manos por la cara fue a ver qué había sucedido. A medio camino estiró los brazos completamente y dio un gran bostezo. Al mirar hacia fuera, se dio cuenta que un pájaro se había estrellado contra su ventana quedando muerto al borde de ella.

Abrió la ventana y tomó al animal con un papel que tenía cerca. Luego lo dejó sobre la repisa mientras iba a ponerse algo de ropa para bajar. Él no tenía la costumbre de usar pijama y menos en verano, dormía sólo con una camiseta y calzoncillos. Aún caminaba medio dormido y al darse vuelta en dirección al closet, se golpeó un pié contra la esquina del velador dando un gran grito de dolor que se escuchó desde lejos.

— ¡Mierda que dolor!…

A regañadientes se vistió, sintiendo el punzante dolor en el dedo gordo del pié. Luego bajó las escaleras llevando el pájaro muerto para botarlo a la basura, pero iba llegando al último peldaño cuando sonó el timbre de la casa. Como la puerta de calle estaba más cerca que la cocina se aventuró a ver quién era.

Al mirar por la mirilla alcanzó a ver la espalda del repartidor de diarios que se alejaba de la puerta; también vio como se acercaba corriendo el perro de la vecina, directamente hacia el periódico. No lo pensó dos veces y abriendo la puerta rápidamente le arrojó el pájaro muerto directo a la cabeza. El perro dio un par de ladridos y luego se fue con el animal en el hocico para horror de su dueña, que dio un grito de espanto al verlo llegar con el ave muerta. El hombre recogió el periódico y cerró la puerta con una sonrisa de satisfacción en la cara, pensando:

—Bien merecido se lo tiene la vieja de mierda, a ver si ahora mantiene a su perro lejos de los jardines ajenos.

Dejó el periódico sobre la mesa del estar y se encaminó a la cocina para servirse un rico desayuno. Pero al encaminarse por el pasillo comenzó a sentir el chapoteo del agua en sus pies y se dio cuenta que la cocina estaba totalmente inundada. El agua estaba cayendo desde el fregadero que se había rebalsado porque los platos de la noche anterior bloquearon el sumidero. La llave había quedado levemente abierta dejando caer un hilito de agua, lo suficiente como para rebalsarlo después de tantas horas, inundar la cocina y filtrarse hasta el pasillo.

Resignado trajo unos paños secos y un balde para empapar el agua y secar el piso lo más rápido posible. Ya había terminado con la cocina y sólo le faltaba una parte del pasillo por limpiar y secar, cuando al levantarse se resbaló y cayó de espaldas golpeándose fuertemente la cabeza y quedando inconsciente en el suelo.

Despertó exaltado, estaba mojado en sudor y su corazón palpitaba aceleradamente. El reloj marcaba dos minutos para las siete de la mañana. Por un momento permaneció sentado en la cama tratando de recordar qué extraño sueño había tenido. Cuando un fuerte golpe en su ventana lo hizo reaccionar. Se levantó rápidamente para ver qué había sido; pero algo le pareció extraño al momento de pararse, tenía la extraña sensación de haber vivido eso antes.

Se asomó por la ventana y vio un pájaro muerto que se había estrellado en ella. Tenía el pico destrozado con el impacto y estaba con las patas hacia arriba. Por el color del plumaje y el tamaño parecía un gorrión, aunque por el golpe que se escuchó momentos antes hubiera pensado que era algo más grande como un zorzal. Abrió la ventana para sacarlo de allí, pero al mirar hacia la calle se dio cuenta que venía el repartidor de diarios y le gritó desde arriba.

— ¡Espéreme por favor bajo enseguida!

El hombre alzó la mano dándole a entender que lo había escuchado. Se vistió lo más rápido que pudo con un buzo y zapatillas, tomó la billetera y las llaves de la casa que estaban sobre el velador y bajó corriendo las escaleras. Al abrir la puerta se encontró con el repartidor que lo esperaba.

—Gracias —le dijo intentando recuperar el aliento— quería dejarle pagada la semana y pedirle que ya no deje el periódico en la puerta de la casa, porque el perro de la vecina tiene la costumbre de venir y mordisquearlo entero; otras veces lo orina y a veces se lo lleva quien sabe donde. Prefiero que lo coloque en el buzón si no es molestia.

—No se preocupe ahí lo dejaré —le respondió amablemente.

El repartidor recibió el pago por el servicio de la semana y se despidió. A los pocos segundos que él cruzará el límite del antejardín, el perro venía cruzando la calle en dirección hacia su casa. Al verlo que se acercaba dijo:

—Ahí viene el maldito, si parece que lo tuvieran amaestrado para robarse mi diario.

Se escondió a un costado del jardín esperando sigilosamente que el perro pasara la reja y una vez que lo hizo le plantó un grito que lo hizo salir huyendo despavorido con la cola entre las piernas.

—A ver si con eso aprende este animal a no meterse en mi patio.

Ya venía de regreso en dirección a la puerta de entrada con una sonrisa complaciente en la cara, cuando sintió la extraña sensación de que algo le faltaba. En las manos traía el periódico, revisó sus bolsillos, tenía las llaves y la billetera consigo, pero no lograba quitarse esa sensación de encima.

Aprovechando que ya estaba afuera y que la mañana estaba agradable, se sentó en la banca del antejardín a leer el periódico. Ya había pasado más de una hora cuando sintió hambre y decidió ir a preparar el desayuno. Al llegar a la puerta de entrada vio como un río de agua salía por el frente de su casa y se apresuró a ver lo que pasaba; al abrir la puerta se encontró con la sala inundada por una fuga de agua que venía desde la cocina.

Una de las llaves del fregadero se había reventado y el agua había inundado la cocina, el pasillo y luego escurrió hacia el resto de la casa. Se apresuró a cortar la llave de paso del medidor en el antejardín y después volvió a secar el desastre. Estuvo varias horas barriendo el agua y secando todo. Tuvo que saca la alfombra de la sala al patio para que se secara y que mover de lugar algunos muebles debido a la humedad.

El día pasó rápido con tanto desorden y había sido agotador con todo ese incidente; apenas y pudo comer entre los pequeños descansos que tuvo. Llamó a un gasfitero que vino a arreglar la llave descompuesta, pero finalmente dejó todo en orden y después de tomar una ducha caliente al finalizar el día, se acostó a dormir.

A la mañana siguiente despertó asqueado por un fuerte y desagradable olor que venía desde afuera. El olor putrefacto había inundado toda la habitación. Fue a la ventana para ver de qué se trataba y se dio cuenta que la había dejado abierta durante la noche. El olor se hacía más intenso cada vez y al asomarse vio al pájaro que había muerto la mañana del día anterior al borde de la cornisa. La pestilencia del animal descomponiéndose era tan desagradable, que prefirió empujarlo desde la ventana hacia el patio, para enterrarlo en el jardín minutos después. Lo más extraño de todo es que estaba casi seguro de haberlo botado a la basura el día anterior.



Publicación reeditada 2013


(^)(^)
ø(**)ø
ø(**)ø
..°¤¤°.¸¸.¤´¯`» Freddy
D. Astorga «´¯`¤.¸¸.°¤¤°

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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Holas Freddy

sip.. me recordo el comercial d pepsi
"la vida t da posibilidades"

ia q la pantalla muestra el mismo chico en 4 situaciones diferentes :P


saludines^^

jaja sorry si mi post suena incoherente

ia q mi vida ha dejado d serlo ultimamente...

(ojo no es por mucha tele XD)

besos

suerte con la edicion

hypnotic_gaze

Anónimo dijo...

chuata
hace tiempo no leia una historia de las tuyas con tanta emocion..
muy entrete...
es muy normal...
pero sobresale a las demas...
esa imaginacion dios mio
a donde ira llegar...

bueno mi estimado...
esperando q valla todo bien..
trabajo.. salud y ella.. ^^
te me cuidas...
un besito

Pia Fernanda...

Anónimo dijo...

jakjajajajja......entrete la historia, cuando estaba leyendola crei que había retrocedido, que me había equivocado...la volvi a leer y me di cuenta de que no era asi...

Que importantes son las decisiones que uno toma al comenzar el día...muchas cosas dependen de eso...incluso la disposición con la que uno despierte es importantisima, si te levantas con gran animo y das los buenos días todo será mucho mejor que si te levantas odiando a todo el mundo y con una cara impresentable...

Con solo cambiar una cosa tu día sera diferente...un pequeño detalle puede marcar una gran diferencia...recorde la pelicula "Efecto mariposa"

Bueno corazón...muy buen relato...como siempre nu mas jijiijijiji que más puedo esperar de una persona tan creativa y talentosa como tú....te amo con todo mi ser....

Xauuuuuuuuuuuuuu

@@@@@@@@@@@@@@...@ngelit@..

Anónimo dijo...

Buenisimoo
ya me parecia raro que no escribieras..
estube con mi computadora en arreglo por unos dias
y por eso no me pude pasar antes =)


espero que estes re bien
y con gusto seguiré leyendo todas tus historias
un saludo

tute.

Anónimo dijo...

Hola ! Hace mucho q no paso por acá
se me vino una pregunta a la cabeza,
al final editaron tu libro?
me interesaría mucho saber
sería re copado leerlo ^^
un saludo!

Ailén

Anónimo dijo...

Hola Freddy tanto tiempo... jaja al leer como que perdi el hilo de la historia, creyendo que habia retrocedido, pero no, asi era la historia....

Saludos, mucha suerte en todo.

Diana

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